Fútbol y periodismo. Ver y analizar. Real Valladolid y escribir. Creo que todo en la vida tiene un hilo y posee una unión. En mi caso, el fútbol y el periodismo están aliados. Incluso antes de empezar a estudiar periodismo en 2006, el fútbol era una parte muy importante de mi vida, aunque bien es cierto que aquel año lo cambió. ¡En todos los sentidos! En septiembre de 2006, cuando me quedaban pocos días para cumplir los 18 años, inicié los estudios de periodismo. Lo hacía con ilusión ya que siempre lo había querido estudiar y lo hice en un año capital para el Real Valladolid.
Desde pequeño me había criado escuchando a mi padre hablar de Manolo Álvarez, Juan Docal, Félix Lorenzo, Manolo Llácer, Antonio Santos… Desde pequeño hice mi vida en Zaragoza, pero eso no impidió que siguiera de forma ferviente la actualidad del Real Valladolid. Todos a mi alrededor sabían que era del Pucela. Teniendo esa devoción por el equipo blanquivioleta desde bien pequeño, recuerdo la emoción con la que llevé al colegio mi primera camiseta blanquivioleta. Era de Nilson, un delantero que estuvo en la temporada 1994/1995. A esa le siguieron otras muchas, principalmente de Alen Peternac, mi gran ídolo.
Mi unión con el Real Valladolid hasta ese mes de septiembre de 2006 en el que entré en la Universidad era de aficionado. Contaba los días para poder ir en Navidad a Valladolid y ver uno o dos entrenamientos del equipo y, a su vez, esperaba ansioso para poder ir al Gran Hotel de Zaragoza a ver a los jugadores cuando viajaban al Estadio de La Romareda. Era un seguidor incansable hasta que el el año 2006 todo cambió. Empezar a estudiar periodismo y comenzar con las prácticas en una redacción me hizo ver todo desde un prisma algo más objetivo y honesto.
Ilusión por un banquillo
Poco a poco fui estoy creciendo, pero ese año, sobre todo, me ayudó a ver el fútbol de otra manera. De forma progresiva me empezó a interesar el juego y me centré en entenderlo. José Luis Mendilibar marcó aquel punto de inflexión. Ver cómo transmitía fue capital e hizo que me preguntara qué había en un banquillo. Así, con 18 años comencé a entrenar. Adolescentes, más pequeños y mayores de edad. He crecido y sigo haciéndolo desde un banquillo y la inquietud de querer mejorar pero, sobre todo, desde la intención de transmitir cómo veo yo el fútbol.
En el deporte, como en la vida, la evolución te hace dudar y cuestionarte todo. Los años dan confianza y eliminan la arrogancia con la que se inician las etapas. Así, la unión entre el blog y el fútbol en primera persona casan a la perfección y me invitan a querer crecer de forma diaria pero con la seguridad de que lo vivido es maravilloso y que jamás será despreciado. Poco a poco empiezo nuevas etapas y lo hago gracias al pasado. Un motor en el que el blog y el fútbol son determinantes e innegociables.
Desde y gracias a ese pasado tengo todo aquello que me gusta y si el salto a la Universidad cambió mi forma de ver la vida y Mendilibar cómo veía el fútbol, este blog me ha dado mucho de lo que tengo. Sigue siendo algo altruista, pero las recompensas que me ha generado son enormes. Hay gente que me conoce por lo que llevo haciendo en estas líneas desde el 20 de febrero de 2007 y eso, para mí, es capital. Emocionante, incluso.
Innegociable
Desde y con el blog he crecido. En mis estudios universitarios, en mi carrera laboral, en mi formación como entrenador de fútbol y, también, en el constante aprendizaje que dejan todas las raíces que salen desde él. Gracias a La linterna de Velasco he conseguido aprender de fútbol, conocer gente, vivir cerca del Real Valladolid, evolucionar como profesional y, ante todo, acumular grandes experiencias.
Creo que las vivencias son las que dan consistencia a lo que hacemos y, en mi caso, estando siempre unido al periodismo, a la comunicación y al fútbol, este blog es una herramienta imprescindible en mi día a día. Son más de 15 años con él y nada me hará despedirme de esta linterna y de aquel apodo con el que algunos me guardan como contacto de móvil. Esa ‘tercera dimensión’ es una realidad ilusionante.