La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

Opiniones

Pezzolano no tenía que haber llegado hasta diciembre

Paulo Pezzolano fue destituido como entrenador del Real Valladolid el 1 de diciembre. El inicio del último mes del año, literalmente por las horas elegidas para publicar la noticia, fue el fin de la etapa del entrenador uruguayo en el Estadio José Zorrilla. El preparador decía adiós al mundo blanquivioleta tras una dura, abultada y elocuente derrota (0-5) ante el Club Atlético de Madrid. Nada puede demostrar mejor la tendencia, la situación y la decadencia del equipo blanquivioleta que un marcador como el vivido en el duelo ante el equipo de Diego Pablo Simeone, pero, como siempre en el fútbol, el resultado es lo de menos. El problema está, pese a que Ronaldo Nazário no lo haya visto, no lo haya querido ver o no lo haya sabido ver, en el juego del equipo.

Era el fútbol el que demostraba que la etapa del Pezzolano estaba más que terminada, pero la inacción que existe en el Estadio José Zorrilla ha hecho que sea sólo una abultada derrota como local, en un día marcado por las protestas contra la propiedad, la que haya provocado el cambio de entrenador en un equipo con tantas carencias y debilidades como responsabilidades de su cuerpo técnico. Pese a que el equipo se estaba desangrando en el terreno de juego en las últimas semanas, el Club seguía insistiendo en hacer del uruguayo un muro de contención. Ese escudo humano que se utilizaba para evitar que el foco de las críticas fuera hacia el palco ha devorado a un equipo que, actualmente, está muy lejos de poder tener una solución futbolística.

Ser goleado por un equipo de Champions League que llegaba a Valladolid tras cinco derrotas seguidas es el menor de los problemas pucelanos. La destitución no llega por ahí o, al menos, no debería llegar por ahí. El cambio de entrenador debe producirse porque el equipo no tiene respuestas en el campo. No las tuvo este sábado como tampoco las tuvo en Getafe, ni en Pamplona, ni ante el Villarreal CF en Zorrilla. El equipo lleva roto varias semanas, incluso meses, pero el Club ha visto todo de una forma irreal que deja a la entidad en una situación crítica. Tres descensos en cuatro años es un golpe muy difícil de poder gestionar a todos los niveles y en esta ocasión se va a producir porque Paulo Pezzolano jamás debió llegar al mes de diciembre.

Un jefe sin liderazgo
El Real Valladolid ha perdido mucho tiempo. No sé por qué, pero el Club ha tomado la decisión tarde. Era un secreto a voces que el uruguayo no iba a terminar la temporada. No hay que estar dentro del estadio ni en el día a día para saber que el vestuario no estaba con el cuerpo técnico. Pezzolano había tensado demasiadas cuerdas en el interior de Zorrilla como para ser la solución. Desde fuera y desde lejos se veía al expreparador pucelano como el problema de muchas situaciones y es por ello que nunca debería haber llegado al duelo ante el Club Atlético de Madrid. Nunca. Jamás. 

En este último partido, causó mucho revuelo la imagen de cómo vivió Pezzolano la parte final del partido. Su postura viendo los últimos minutos del partido muestra a alguien roto, sin ideas ni convencimiento. El lenguaje corporal de Pezzolano lleva semanas dejando claro que él no iba a poder solucionar nada. En el directo y sin tiempo para prepararse, su imagen era la de aquel que quería que la etapa terminase porque su orgullo no le permitía marcharse pero al su cabeza le decía que ya no era el líder del vestuario. Pese a todo lo que ocurrió la temporada pasada, Pezzolano en ese momento sí era el líder del vestuario. Ahora era, simplemente, un jefe al que nadie idolatraba ni creía. Se veía desde hace semanas y desde lejos, pero el Real Valladolid ha esperado hasta diciembre, momento en el que el Club está muy tocado y en el que el entrenador está muy liberado. Si el único que saca ‘beneficio’ es el entrenador es que la situación se ha gestionado muy mal.

𝟭𝟵𝟴𝟴. 𝘗𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘱𝘰𝘳𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘺 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘜𝘌𝘍𝘈 𝘗𝘙𝘖. Creo que en el fútbol todo tiene el término apropiado y un porqué obligatorio. Por ello, desde 2007 llevo entrenando equipos y escribiendo sobre cómo entiendo este deporte