La linterna de Velasco

La linterna de Ángel Velasco, desde el 20 de febrero de 2007 informando y opinando sobre el Real Valladolid

Linternazos

Cuando un objetivo se convierte en utopía en noviembre

La derrota del Real Valladolid (2-0) en el Coliseum Alfonso Pérez fue el fin de una etapa. El resultado, las formas, las consecuencias… Todo lo que se vio y se pudo mostrar por el bando blanquivioleta en el duelo ante el equipo madrileño fue dantesco. Tristemente, no tiene otro calificativo. Paulo Pezzolano ha cerrado una etapa y, el Club, muy posiblemente, ha cerrado una temporada y algo más. Lo sufrido en un duelo de exigencia y necesidad fue la clara respuesta del nivel que tiene el equipo, el convencimiento del entrenador y el compromiso profesional de su máximo accionista. 

Si a lo visto en el terreno de juego, potenciado por la dinámica del equipo en las últimas semanas, se le suma lo mostrado por Ronaldo Nazário en redes sociales, la situación vallisoletana es peligrosa. No preocupante, sino tétrica y final. En el fútbol no se puede dar nada por hecho, pero, actualmente, los ingredientes que se están comprando y cocinando desde el Estadio José Zorrilla hablan de un ataúd deportivo que se va a llevar al equipo de la élite lo más pronto posible y, con él, el proyecto deportivo, social y económico que quisieron crear los actuales dirigentes pero que, ahora miso, están dejando morir, por no decir que lo «están matando». En Getafe se vio un equipo muerto deportivamente pero, lo peor, es que el Club se mostró alrededor del duelo como una entidad carente de programación, liderazgo y carisma.

Si bien es cierto que el resultado deportivo, tristemente, no sorprendió y que las formas del partido no fueron excesivamente llamativas, las reacciones tras la derrota fueron propias de lo que el Club es: el colista de la categoría. Ser el último conjunto de la competición cuando tienes un rival directo con dos partidos menos, muestra la cruda realidad de una improvisación. El Pucela está pagando ahora todo lo realizado mal y con soberbia en las últimas temporadas. Las victorias tapan muchas carencias pero, por momentos, ese ‘tapar’ devoró al Real Valladolid y a sus dirigentes. El oscurantismo en el que se ha convertido el Club ha llevado a la entidad a una indefinición superior a la que ha creado el propio entrenador en el terreno de juego. Tanto es así que el aspecto deportivo no es la mayor de los problemas pucelanos en la actualidad.

Sin guion, planificación ni un mínimo
Este fin de semana escuché unas declaraciones de Pepe Mel, actual entrenador del Club Deportivo Tenerife, en las que se quejaba de ser el «portavoz» del Club. Cansado de tener que ser la voz canaria, habló. Pezzolano, en su caso, ni eso. El técnico uruguayo decidió no declarar tras la derrota del equipo. Tras una nueva expulsión en su etapa en España no quiso comparecer ante los medios de comunicación. Un punto más en la irrealidad y oscurantismo en el que se mueve el Club, aquél que se aleja cada vez más de sus objetivos.

Deportivamente, la salvación de categoría parece una utopía. Conseguir llegar a 42 puntos cuando un rival que sólo había ganado un encuentro no necesita su mejor versión para superarte bien habla muy mal del equipo. El entrenador parece estar muy lejos de conseguir dar con la mejor versión de sus jugadores y, con todo, el Club se desangra a nivel de compromiso y realidad. La entidad no tiene un guion, no muestra una planificación, no sabe cuál es su horizonte y no entiende qué debe hacer para llegar a sus mínimos. Ahí, los despachos están al nivel del terreno de juego y los dos han conseguido que antes de terminar el año el olor que dejan sea nefasto. Ambos.

𝟭𝟵𝟴𝟴. 𝘗𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘱𝘰𝘳𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘺 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘜𝘌𝘍𝘈 𝘗𝘙𝘖. Creo que en el fútbol todo tiene el término apropiado y un porqué obligatorio. Por ello, desde 2007 llevo entrenando equipos y escribiendo sobre cómo entiendo este deporte