Ascender de categoría es una motivacion muy alta. Lo es o, como poco, lo debería ser. El Real Valladolid 2024/2025 no ha sido así o, al menos, eso se puede entender tras la salida de Monchu Rodríguez. En pocas ocasiones se puede ver que un jugador disputa íntegra como titular una temporada en la Segunda división española. El balear lo hizo. ¡42 partidos como titular! La cifra es escandalosa. Dicho registro habla de su estado de forma, de su unión con el cuerpo técnico, de su calidad y de su nivel. Todo se debería resumir en elogios hacía el canterano del Fútbol Club Barcelona sobre el mundo blanquovioleta, pero no.
Uno de los grandes ejemplos de la crispación que no ha frenado ni el ‘simple’ ascenso de categoría es la salida del propio Monchu. Era inimaginable pensar en un once de Paulo Pezzolano sin él. Peso relevante, tanto en minutos como en el modelo de juego, y una confianza única entre ambos hacia presagiar un estatus diferencial en la nueva temporada, pero el jugador ha visto mejor un cambio que una continuidad asegurada. Podríamos habla del manido tópico de la «zona de confort», pero dudo que nada tenga que ver con ella y sí con un proyecto económico fuerte del quinto clasificado de la liga griega.
Si el cambio de Monchu es para salir, por más de tres millones y medio de euros, a un equipo de potencia media en el país heleno, su salida es lógica. Si tras ser titular en 42 partidos en Segunda y ascender a Primera con menos de 25 años, Monchu entiende que su mejor salida profesional es la liga griega, los análisis se multiplican, pero ninguno deja en buen lugar a la ambición deportiva a medio plazo del jugador y el ejemplo es el fichaje que su nuevo equipo hizo horas después.
Un perfil diferente
Tras Monchu Rodríguez, el Aris de Salónica hizo oficial la llegada de Hugo Mallo. El gallego, de 33 años, llega a Grecia procedente de Brasil y en la firma de los últimos contratos de su carrera. El perfil de uno y de otro es totalmente diferente. Hugo Mallo ya tocó su techo deportivo. Monchu, no. El balear tiene un margen de mejora aún elevado. Aún debe definirse en su perfil diferencial sobre el terreno de juego, por ejemplo. El último ‘8’ del Real Valladolid aún teía mucho por hacer o decir y el Estadio José Zorrilla le daba mucha comodidad y seguridad para conseguirlo.
Sin embargo, él ha preferido un cambio de rol, de etapa y, muy posiblemente, de exigencia. Por ello, recibiendo más de tres millones de euros y viendo el destino elegido por el jugador, el Real Valladolid no debe estar de enhorabuena, pero sí contento. El Club es uno de los grandes beneficiados por la salida del jugador, aquél que tuvo un peso relevante en la última temporada, sí, pero el mismo que, muy posiblemente, no haya visto al Real Valladolid en la élite como una gran oportunidad para su carrera.