Legado, estilo y personalidad. Estos son tres conceptos capitales por los que entiendo que se debe juzgar y analizar a un entrenador. Paulo Pezzolano llegó al Real Valladolid para sustituir a José Rojo, Pacheta, quién había reemplazado a Sergio González. El estilo del burgalés y el del catalán estaban claros, pero el del uruguayo, no. Pezzolano recibirá este sábado al Real Zaragoza en el Estadio José Zorrilla con un bagaje de 42 partidos, pero con la enorme duda de ser cuál es el legado que deja en concepto futbolístico.
El mundo blanquivioleta no tiene ninguna duda en definir cuál era el estilo de Sergio González. Esa necesidad de dominar el campo propio y conseguir que ocurrieran las mínimas ocasiones posibles era el estilo propio del catalán. La llegada de Pacheta fue rompedora. El burgalés buscaba crear ocasiones y vivir más en campo contrario que en el propio. El ex del Villarreal CF quería que su equipo buscara siempre un gol más. En cambio, Sergio estaba cómodo con el marcador a cero. Pezzolano, por su parte, no ha dejado claro qué estilo quiere y qué busca. El uruguayo ha dado muchos bandazos y no sólo en las dos temporadas en las que ha participado sino en la presente campaña.
El actual Real Valladolid no busca actualmente lo mismo que al principio de la temporada. El Pucela, ahora, es mucho más especulador que hace cuatro meses, por ejemplo. Pezzolano ya aseguró hace unas semanas la importancia de valorar los empates. El uruguayo quería que el equipo perdiera menos, pero la búsqueda de este objetivo le está llevando a un estilo pobre. El Pucela, actualmente, tiene muy poca respuesta al juego. ¡Muy poca! Tal es el objetivo blanquivioleta de no encajar que cuando llega el gol rival, el equipo no tiene cintura. La derrota ante el FC Andorra es el gran ejemplo de los problemas de personalidad y carisma del equipo.
El Real Valladolid, actualmente, quiere encuentros lentos. Pezzolano, y más fuera del Estadio José Zorrilla, busca partidos en los que el equipo esté seguro y se encuentre cómodo defendiendo. No quiere un protagonismo excesivo con balón. No quiere riesgos, entendiéndose por ello situaciones que puedan generar transiciones defensivoas. El entrenador uruguayo no tiene problema en entregar el dominio, que no la posesión, al rival para así especular. Andorra, además, dejó un marcador a favor y, con ella, una renta que gestionar. El equipo no supo trabajar sobre el marcador porque para hacerlo el equipo debe ser maduro y regular, todo lo contrario de lo que es este Real Valladolid.
Buscando un modelo
Sin estabilidad, seguridad ni convencimiento, rasgos muy alejados del actual Pucela, el equipo se debilita en situaciones en las que no arriesgue. El Real Valladolid tiene dos caras. Es más, no es que las tenga sino que las busca y las potencia. Pezzolano quiere que su Pucela sea bipolar, dependiendo de dónde juegue. Esta impersonalidad es un error que genera la falta de seguridad que tanto está caracterizando al equipo en las últimas semanas y que hace que los jugadores tengan resultados y rendimientos tan dispares como en las últimas semanas.
La victoria (3-0) ante el Real Oviedo y la derrota (2-1) ante el FC Andorra no se diferencian por el resultado sino por las causas que generaron esos marcadores. El Real Valladolid se sintió cómodo en Zorrilla. Buscando la portería rival y buscando el dominio del balón y del partido, los de Pezzolano rindieron. En su versión de especular y buscar un encuentro lento, sin verticalidad ni transiciones, la incomodidad aparece y los pucelanos perdieron tras verse remontados y superados por un rival que, con mayor o menor acierto, tenía una idea de juego clara. El Real Valladolid no domina y no es regular tras 29 jornadas por el cambio de estilo que quiere Pezzolano, aquél que hará que salga de Zorrilla sin que le recuerde por un modelo.