El Real Valladolid empezó el año 2024 como terminó el 2023 y no sólo por la derrota y el resultado. El equipo fue superado por el rival y lo hizo por un idéntico marcador, pero, sobre todo, con las mismas armas y el mismo camino. Es más, al cierre de un año y la apertura del otro se puede sumar, también, la derrota (1-0) ante el Villarreal B. Así se puede resumir que los de Paulo Pezzolano acumulan tres derrotas consecutivas e iguales y ese es el principal problema y carencia ahora del equipo blanquivioleta.
El Real Valladolid, como analizaba este martes en estas líneas y en Radio Marca Valladolid, tiene un problema estructural y de definición como Club importante. Estas carencias no ayudan, pero son ajenas a las deportivas. Los pucelanos tienen grandes problemas y la realidad son las tres últimas derrotas y el cómo se produjeron. En esos encuentros, el Real Valladolid ha encajado un gol en la primera parte. Antes de llegar al descanso, el equipo pucelano iba por detrás en el marcador, algo que cambió el partido y las exigencias blanquivioleta.
Con una renta favorable, los rivales se dejaban dominar por el Real Valladolid. Si algo no se puede negar de las últimas tres derrotas es que los vallisoletanos han tenido más posesión y más sensación de peligro que el rival. El Pucela podía hacer, pero no sabía. Una vez, otra vez y otra vez, los blanquivioleta se han topado con sus dificultades y debilidades para cargar el área, por ejemplo. Éste fue un problema claro en Burgos pero, también, en el Estadio de La Cerámica. El Real Valladolid tiene más control del balón y del partido, pero no consigue someter o intimidar al rival. Sin ir más lejos, no es superior en el último cuarto de campo. Es más, en muchos momentos de esos tres partidos se ha visto más cómodo al rival que al propio Real Valladolid.
Mismas preguntas
Más allá del balón y de la posesión, los rivales, con diferentes propuestas de juego, se han visto cómodos y seguros. Pese al dominio territorial y de posesión, el resultado no ha corrido peligro en ningún momento para esos conjuntos. ¿Asedió el Real Valladolid la portería de José Antonio Caro el pasado sábado? ¿Generó el equipo más ocasiones que los burgaleses? Éstas son dos preguntas que se pueden realizar sobre los tres últimos encuentros, duelos que debilitan al equipo a nivel de clasificación, de imagen, de confianza… y de fútbol.
Esta realidad es la que más daño hace actualmente a Paulo Pezzolano como entrenador. El uruguayo está siendo señalado como el preparador que no puede cambiar un partido. Con pocos recursos para ser intervencionista en el juego, el principal problema está en ver que los intentos y los argumentos son los mismos. Pese a que entre la visita a La Cerámica y el Estadio de El Plantío habían transcurrido 26 días, la realidad blanquivioleta fue similar. La propuesta puede verse diferente al tener a Raúl Moro, por ejemplo, en el campo, pero la tendencia de un duelo y otro es idéntica y ahí es dónde está el principal problema de Pezzolano actualmente.
Ser incapaz de revertir un partido que el equipo ya ha vivido es una carencia relevante que se puede llevar por delante al entrenador. Un gol tempranero hace daño y tiene más mérito en el anotador que en el encajador, pero sólo eso si ocurre en una ocasión. Si sucede en dos o tres partidos, como es el caso de forma consecutiva, el problema señala al entrenador que los encaja hasta el punto de ser un argumento sólido para defender una destitución futbolística.