Siempre es difícil resumir un año natural en deporte. Son dos temporadas y, en el caso del actual Real Valladolid, es hablar de dos categorías, dos objetivos, dos entrenadores… Son dos divisiones importantes de un mismo espacio de tiempo, pero en el caso de los blanquivioleta todo parte por la mediocridad que ha definido este largo tiempo. La entidad pucelana no ha estado bien dirigida en este 2023. Como Club, el pucelano no ha estado bien. En el aspecto futbolístico, menos. El descenso y las carencias de gestión, lectura y aprovechamiento de recursos ha sido constante y el año se cierra tal y como se ha vivido todo él en su extensión.
Centrando el análisis y la crítica a los meses de competición en LaLiga Hypermotion, todo se basa en las debilidades pucelanas en el juego. En la narración del partido, cuando el duelo ya tocaba a su fin, el comentario ha sido un gran ejemplo de lo mentiroso que puede ser este deporte: «Si el Real Valladolid marca pasará la Navidad en puesto de ascenso directo». El mensaje del narrador era verdad, pero el premio, de conseguirlo, tremendamente exagerado. Un gol podía hacer pensar al Real Valladolid que el camino es bueno, pero nada más lejos de la realidad.
Los de Paulo Pezzonalo cierran el año con dos derrotas de similar juego y tendencia. Con más control de partido y de la posesión, las derrotas ante Racing de Ferrol y Villarreal B son encuentros en los que se ha visto a un Pucela nervioso, con poca claridad, con mucho estrés y tremendamente incómodo. En el caso de la visita gallega a Zorrilla el análisis es el de una segunda parte en la que se ha jugado más a lo que ha querido el rival que el Pucela. Así, en 45 minutos y no ya en 90, el Real Valladolid ha conseguido resumir todas sus carencias de la presente temporada y todas sus debilidades del año 2023.
Los resultados engañan
Más allá de resultados está el juego y éste siempre ha sido pobre. Durante todo el 2023 y durante toda la presente temporada. Los pucelanos no han sido estables y no han conseguido mostrar nunca la regularidad que debe tener un equipo que quiera aspirar a estar en los puestos altos de la clasificación. Para ser un candidato al ascenso directo cualquier equipo debe tener solvencia, seguridad, constancia y un modelo marcado. El Real Valladolid carece de muchos de estos objetivos pese a haber conseguido grandes resultados en muchas fases de la temporada.
Pese a ellos, las carencias en el juego y las debilidades en el modelo siempre salen y al Pucela le han reflotado en el preciso instante en el que las reflexiones son más profundas, más intensas y más largas. Cerrar el año y abrir las vacaciones con dos derrotas pero, ante todo, con dos partidos de tan poco rendimiento potencia la mala imagen del equipo y el mal perfil de Paulo Pezzolano. Ni uno ni otro han estado bien en ningún momento de la temporada, tal y como llegan de forma merecida a estas vacaciones. Las dudas son altas porque así deben ser. El juego, las prestaciones y la evolución no engañan. Los marcadores, en muchas ocasiones, sí. De esta forma, la reflexión debe ser alta en todos los frentes de Club en estos días de asueto.