Cualquier seguidor del Real Valladolid y cualquier aficionado al fútbol y, ante todo, a LaLiga Hypermotion, sabe que la plantilla blanquivioleta tiene carencias. Son limitaciones grandes que se multiplican por las lesiones de jugadores importantes. Cualquier plantilla queda condicionada por las ausencias, pero más aún si estas son las de los dos delanteros principales y la del defensa central que debe dar un plus diferencial al equipo. El Pucela está limitado sin Marcos André, Mamadou Sylla y Javi Sánchez, pero más allá de ello hay una escasez en el aprovechamiento de los recursos existentes y la derrota (1-0) ante el Villarreal B es el último ejemplo.
Que el equipo esté a estas alturas en la posición que está tiene mucho mérito, pero más allá de eso existe la necesidad de adecuarse al partido y a las exigencias de éste. Éste es un problema que Paulo Pezzolano ha tenido esta temporada y que volvió a mostrar en el Estadio de La Cerámica. El partido, tras el gol del equipo castellonese y la lectura que hicieron de partido al replegar líneas, no pedía a jugadores como Anuar Tuhami o Víctor Meseguer y sí más a Joni Montiel. Que el ceutí fuera el primer cambio del encuentro fue un error de interpretación del juego que el uruguayo, por ejemplo, ya vivió en la derrota (0-2) ante la Agrupación Deportiva Alcorcón.
Lejos de partidos concretos, Pezzolano y su extenso grupo de trabajo tienen limitaciones para intervenir y cambiar la tendencia del duelo. Victorias como las vividas (3-2) ante el Club Deportivo Mirándes y (2-1) ante la Sociedad Deportiva Amorebieta son diferentes. En esos duelos la tendencia era blanquivioleta y el campo estaba inclinado hacia la portería rival en las condiciones que mejor le venían al equipo pucelano. Ante el Villarreal B, no, y no era así porque Kenedy estaba entre líneas en lugar de potenciar el juego exterior y porque el Real Valladolid no tenía referencia, por ejemplo.
En un duelo en el que los pucelanos dominaban el área, un delantero era capital. Sin Marcos André ni Mamadou Sylla, la propuesta fue errónea. Retirar del terreno de juego a Israel Salazar, único delantero con bagaje profesional en la convocatoria fue extraño, pero comprensible desde un punto de vista físico. Quizás la media hora restada fue muy alta a las prestaciones del jugador y las necesidades del equipo, pero el problema ha estado en la explotación de los pocos recursos existentes. Cierto es que la plantilla es coja y que la convocatoria está muy condicionada, pero tan cierto como eso son las propias limitaciones que puso el cuerpo técnico a su propuesta en Villarreal B.
Con la tendencia del partido marcada durante una hora, Pezzolano no supo cómo dominar el área rival, cómo cargar esos metros finales ni, tampoco, cómo explotar los recursos de la convocatoria. El partido tuvo un camino y, en él, el Real Valladolid estuvo muy incómodo por la falta de capacidad para adaptarse a lo que el propio partido requería. No es nuevo y sí es un problema para un equipo tan justo de efectivos pero sin una idea clara y dominante en el juego.