El Real Valladolid consiguió este domingo la quinta victoria consecutiva de la temporada tras un encuentro exigente y épico por parte de ambos equipos. La segunda parte entre los pucelanos y el Club Deportivo Mirandés mostró la intención de los dos conjuntos de atacar la victoria y buscar el campo rival. Cada uno gestionaba sus recursos e ideas, pero no se puede negar que los de Paulo Pezzolano y Alessio Lisci quisieran los objetivos de su plan de partido. Con un equipo local con mucha más posesión y un bando visitante más replegado y contragolpeador, el duelo fue intenso, directo e interesante.
En un encuentro de detalles y duelos individuales, el Real Valladolid salió victorioso porque éste es el momento del conjunto blanquivioleta. Cinco victorias consecutivas tienen una dosis de fortuna y más para un equipo como era el pucelano hace sólo seis jornadas, pero también hay una dosis de juego, mejoría y rendimiento. Éste es un análisis en el que hay que calibrar qué es fortuna y qué es sentimiento. En esta reacción vallisoletana hay mucho más sentimiento, rebeldía y amor propio que, muy posiblemente, juego e idea. En este momento del Real Valladolid hay, como se dice mucha actualmente, resiliencia.
Los jugadores pucelanos se han revelado y han mostrado mucho carácter y hambre en las últimas jornadas. Han conseguido 15 puntos en las últimas cinco jornadas y 16 en las últimas seis. A nivel de cifras, el bagaje es perfecto. A nivel de juego, sinceramente, no. Siendo exigentes, el Real Valladolid tiene mucho margen de mejora. A nivel grupal e, incluso, individual la capacidad de mejoría del equipo debe ser alta. Pese a ello, la mejoría conseguida es evidente. El equipo ha crecido desde las victorias y la confianza que estas generan, pero no tanto desde la creación de una identidad.
Mucha posesión
Los pucelanos son, actualmente ,un equipo que muestra seguridad y que obtiene resultados, pero no es un equipo que domine los partidos por su juego y sí por su pegada, como este domingo ante el Club Deportivo Mirandés. Los de Pezzolano disfrutaron ante los burgaleses de mucha posesión. Tras el primer tanto jabato, los de Lisci cedieron literalmente la posesión para dar un paso atrás. Su idea fue clara y el Real Valladolid se hizo, casi involuntariamente, con el balón.
Un equipo convencido de su juego y modelo no hubiera necesitado llegar al minuto 100 para ganar el partido. Con la entrada de Iván Sánchez y Joni Montiel el equipo tenía último pase y disparo de media distancia. Lo que Pezzolano no supo buscar en la derrota (0-2) ante la Agrupación Deportiva Alcorcón sí llegó en este encuentro. El Real Valladolid tuvo los ingredientes, pero no toda la claridad para ejecutar la receta. Es por ello que la victoria llegó al final y más por el empuje de un equipo seguro en sus posibilidades que convencido de su juego.
Los de Pezzolano se han instalado en la épica y lo hacen con una nueva victoria en el tiempo de añadido. Ésta sumará una nueva dosis de fuera y credibilidad al vestuario, pero no al entorno. Éste, exigente, quiere que el equipo domine más registros del juego, como es lógico, porque el Pucela, por el momento, controla más aspectos mentales y psicológicos que futbolísticos. Desde esa seguridad individual, que no tanto grupal, los pucelanos han cambiado su versión, su retos y su imagen porque cinco victorias son muchas para cualquier equipo y para éste, por dónde venía, mucho más.