Públicamente. Privadamente. Intencionadamente. Desintencionadamente. Ya sea de una forma u otra, desde el inicio de temporada Paulo Pezzolano ha dejado clara cuál es una de sus grandes intenciones: recuperar a Robert Kenedy. El entrenador uruguayo considera al brasileño como un jugador importante. Lo ha determinado así ahora y siempre. Desde el debut liguero ha potenciado al atacante y ha hecho todo para que el futbolista pueda llegar al nivel que se espera y presupone que puede tener.
El ’24’ es un jugador de grandes condiciones. Si físicamente está dentro de unos mínimos, la suya puede y será una aportación diferencial para el equipo. Lejos aún de su mejor versión, Kenedy está consiguiendo hacer buena la intención de Pezzolano de recuperarle. No está siendo un proceso sencillo y, ni tan siquiera, éste está en una fase final, pero la realidad dice que el jugador ha mejorado sus prestaciones y que con ellas está consiguiendo sumar al engranaje ofensivo del equipo de una forma casi diferencial.
Ya no es por acciones como la que generó el tercer gol en al victoria (3-0) ante el Brugos CF, sino por la capacidad que ahora tiene para atreverse, encarar, superar rivales y repetir esfuerzos. Han pasado sólo unas semanas pero el rendimiento de Kenedy nada tiene que ver con partidos como, por ejemplo, el de Zaragoza. Lo ofrecido por el futbolista en la derrota (1-0) en el Estadio de La Romareda nada hacía pensar que podría variar su situación. Ya no en pocas semanas sino en la temporada. Con el mercado abierto, aquél era un momento en el que su salida era la mejor opción y que lo vivido con Olympiakos FC era un problema para todas las partes.
Largo proceso
Ahora, seis jornadas después de aquel duelo, un porcentaje alto apostaríamos por un once con el ’24’ en una demarcación importante. Los planteamientos aún no pasan por él y las vías de solución no están en sus piernas, pero nada tiene que ver con el inicio de temporada y, ni mucho menos, con la pasada campaña. En lo poco que sumó en la temporada 2022/2023, Kenedy era un jugador aislado del grupo y centrado/frutado en objetivos individuales, tal y como demostró con la falta en Mallorca que supuso aquélla dolorosa derrota en el Estadio de Son Moix.
Su situación, ahora, no es otra, pero sí es cierto que el momento ha cambiado o, mejor dicho, está cambiando y todo tiene que ver por la apuesta y la confianza que Paulo Pezzolano ha tenido y mostrado en él. «Al César lo que es del César», que se dice en estas ocasiones porque es justo y merecedor señalar al entrenador. No en el final del proceso y en el resultado, sino en el momento en el que la apuesta comienza a tener efecto y, sobre todo, sentido.