En la rueda de prensa previa a la visita del Fútbol Club Cartagena al Estadio José Zorrilla se mascaba la tensión. La sala de prensa del feudo blanquivioleta estaba marcada por crispación y enfado. La situación deportiva en el Real Valladolid era y es compleja y Paulo Pezzolano es la cara visible del Club y, por ello, recibió aquellos ‘golpes’. Fueron críticas, comentarios y preguntas enfocadas al mismo punto, pero hubo una cuestión que me llamó la atención por encima del resto. El técnico uruguayo fue cuestionado por su forma de vivir el fútbol, aquélla elogiada la pasada temporada, por ejemplo, tras las dos primeras victorias que consiguió en España.
La vehemencia es gran parte del estilo del actual preparador pucelano. Vive los encuentros con intensidad y así lo hace ver a sus jugadores. En el momento blanquivioleta esto es visto, por un sector, como una forma de descentrar a los jugadores y él, cuestionado por ello, lo analizó desde la parte fundamental del fútbol: los resultados. Desde ellos, todo vale. El resultadismo suele ser parte básica de muchos análisis, salvo cuando estos no dicen lo que uno mismo quiere defender.
En aquellas declaraciones, Pezzolano aseguró que si gana vale todo. Si se pierde, nada. Un gol lo cambia todo. O no. El Real Valladolid ha ganado los dos últimos partidos en el tiempo de añadido y éste es un hecho que descoloca. ¿Ganar en los últimos segundos es un éxito o una cuestión de fortuna? ¿Porqué se gana en el tiempo de añadido: acierto propio y fallo del rival? La victoria (1-0) ante el FC Cartagena tuvo tintes más épicos que futbolísticos, pero lo vivido en el Estadio Carlos Tartiere muestra evolución de juego, creencia en la idea y seguridad en tener un partido largo.
Si bien la última victoria como local puede tener un factor de fortuna, lo conseguido en Asturias sí tiene aspectos de juego y de evolución para poder crear un sustento que haga ver al Real Valladolid por encima de Ronaldo Nazário, de Paulo Pezzolano y de la nefasta planificación diseñada por el Club. Considerando que los blanquivioleta tienen buenos activos en su plantel, el actual es un momento de analizar al equipo, el juego y su evolución lejos de consideraciones personales sobre cómo y por qué llega un gol en el tiempo de añadido. Bajo criterios personales, todo puede tener el enfoque que uno quiera, pero ahora el Pucela está en una pequeña fase de brotes verdes sobre los que se pueda sustentar el momento de explosión y confianza que tanto necesita el grupo y el cuerpo técnico.
Todos los protagonistas
Considero, como aseguré el domingo, que Pezzolano se ha ganado un voto de confianza. No es simplemente una cuestión de merecimiento sino, también, de premio. Lo ha obtenido no por ganar y, ni mucho menos, por hacerlo en el tiempo de añadido, pero sí por marcar un camino y definir una idea, y conseguir que con ambas el equipo gane dos partidos. Desde la idea y, por qué no, desde el convencimiento, el Real Valladolid ha conseguido tener una opción.
El equipo no le ha dado la vuelta a la situación, pero sí ha conseguido tener una opción de hacerlo y es por ello que las formas son, nuevamente, capitales. No creo que lo importante sea que el equipo gane en el 90, 92 o 94. Lo destacado es saber que el Real Valladolid tiene una idea y muestra una convicción para conseguirlo hasta el final. En el Estadio Carlos Tartiere se vio y desde ese punto se debe crear el equipo un punto de partida que va más allá de nombres o protagonistas. Ya sean positivos o negativos.