Se dice que «en el amor y en la guerra, todo vale». Éste es un dicho muy común en la sociedad pero yo, quizás, algo romántico, nunca he creído en ello. No creo que el fin justifique los medios porque entiendo que los medios son capitales para llegar al fin. Un éxito puntual no debe ser nublar la vista ni el análisis. Es por ello que considero que en el fútbol y en la vida no todo vale para conseguir un objetivo. Es decir, y centrándome en el duelo del Real Valladolid ante el Fútbol Club Cartagena en el Estadio José Zorrilla, la victoria pucelana no vale o, al menos, no tiene el valor que el equipo debería.
El conjunto de Paulo Pezzolano llegaba al encuentro ante los de Víctor Sánchez del Amo con la necesidad de ganar, sí, pero con la obligatoriedad de mostrar un estilo. El actual Real Valladolid no tiene patrón ni identidad y ese es el principal problema. El equipo pierde y lo hace por ello. Sin una idea real de juego, que obviamente va más allá de un sistema y/o esquema, los jugadores se muestran inestables, como ha ocurrido en las últimas semanas. Las imposiciones del cuerpo técnico, más allá de jugadores y estados, han creado inseguridad y, con ella, el Real Valladolid llegaba muy obligado a este segundo duelo consecutivo como local.
Los resultados, la imagen pero, ante todo, la tendencia del Club creaban de estos dos duelos seguidos en Valladolid un arma compleja y controvertida. El Real Valladolid iba a jugar dos tipos de partidos en estos encuentros, tal y como se vio en la sexta jornada. La visita del FC Cartagena desplegó un encuentro lleno de imprecisiones dentro y de crispaciones fuera. El viaje de fuera (grada) hacia dentro (césped) era complicado. Tanto como al revés. La sensaciones de dentro para fuera no eran buenas. La sinergia, que diría Sergio González, fue compleja durante todo el partido. Ninguna de las partes sumaba para que la otra pudiera evolucionar y, con todo, nadie encontró un punto de unión hasta el tiempo de añadido.
Credibilidad y victorias
Un saque de esquina bien lanzado por Monchu Rodríguez y mal defendido por el rival generó el segundo gol de la temporada de Iván Cédric y la segunda victoria vallisoletana. Volviendo a la senda de los tres puntos el Pucela podría sentirse feliz, pero poco vale al entorno actualmente. El distanciamiento que ha decidido adoptar la entidad y sus integrantes con la realidad pucelana hace que el problema del Club no sea sólo futbolístico y que éste, como poco, no se solucione sólo con tres puntos.
Para liberar, al menos, el problema deportivo, Paulo Pezzolano debe conseguir un equipo seguro, fiable y convincente. Está bien decir que éste es un objetivo que se consigue desde las victorias pero, dándole la vuelta al argumento, la realidad dice que las victorias llegan con un equipo seguro. El Real Valladolid no es un equipo que derroche credibilidad ni convencimiento. Ganando, perdiendo o empatando, los pucelanos son un conjunto inseguro e inestable que ganó este sábado al FC Cartagena, sí, pero que estuvo muy lejos de su mejor versión, de poder convencer y de pensar que los tres puntos son un punto de inflexión en el juego y en la creación de una identidad.