Manuel Pellegrini es un entrenador muy respetado en el fútbol mundial. Se conocen sus éxitos y su evolución europea. Títulos en Inglaterra, grandes temporadas, formación de conjuntos muy reconocibles… El preparador chileno hace crecer a sus jugadores y a sus equipos desde grandes decisiones y desde gestiones con mucho liderazgo. Se trata de un preparador que sabe intervenir muy bien en el juego. El mundo del fútbol le conoce y sabe, también, que su perfil no es el de un entrenador del día a día. Pellegrini sabe dominar al equipo más en el directo que en la preparación.
La suya no es una organización meticulosa, pero, pese a ello, tiene muy claro la importancia que tiene la pretemporada para el devenir de una temporada. Para él, el verano y el trabajo previo al inicio de la temporada supone el «75%» del resultado y el éxito final. Con una mala pretemporada, el equipo no tiene una buena base sobre la que crecer en la competición. La experiencia le leva a pensar en esta realidad, aquélla que incumple el Real Valladolid de Paulo Pezzolano.
El equipo blanquivioleta, en el empate (1-1) frente al Elche CF, tuvo detalles que son ilógicos para el pensamiento del chileno. El Pucela formó en el once titular con cinco jugadores sin formación competitiva en la pretemporada. A ellos se sumó, posteriormente, el debut de Mamadou Sylla. En definitiva, seis jugadores sin formación, física, técnica y táctica en verano. Jugadores sin base, sin estructura…
Convencimiento
El Real Valladolid es, actualmente, un equipo irreal. Forma con jugadores lejos de su mejor estado de forma y con onces muy alejados de una compenetración básica. El equipo está inmerso en una «pretemporada» dentro de la competición. Algo tan real como ilógico. El Club así lo ha querido. Se lo ha ganado tras una mala elección de los tiempos de verano. La planificación deportiva no ha sido la mejor o, como poco, la más adecuada. El equipo está muy debilitado por la poca base existente en la actualidad. Tenga más o menos importancia para el devenir de la temporada, la preparación ofrece una inmediatez que el Pucela, actualmente, no tiene.
Los de Pezzolano no están formados a estas alturas del mes de septiembre para llegar a su mejor versión. Ni individual ni colectiva. El equipo no tiene fundamentos ni criterios para conseguir ser lo que puede llegar a ser. La preparación no conseguida en semanas anteriores, ahora, es determinante. Dentro de dos o tres meses, no. En ese momento, lo capital será la condición metal del equipo, aquélla en la que los resultados de los primeros 10 partidos son fundamentales.
Es por todo ello por lo que, quizás, Pellegrini le da tanta fuerza al verano y a la preparación previa a la competición. Con un buen trabajo, los primeros resultados llegan y los estados de confianza son mejores para que las ideas del entrenador calen en el vestuario con el avance de la temporada. En definitiva, un mundo del que el Real Valladolid está muy lejos a mediados de septiembre.