El Real Valladolid tocó fondo en el Estadio Carlos Belmonte o, al menos, eso se espera desde el mundo blanquivioleta. La imagen pucelana en la derrota (2-0) ante el equipo de Rubén Albés fue muy mala. El equipo debía ir a mejor, pero no lo consiguió con todos los mínimos exigibles en el empate (1-1) contra el Elche CF. Pese a ello, Paulo Pezzolano se mostró muy convencido y seguro en la rueda de prensa posterior al partido. El uruguayo compareció ante los medios de comunicación con una enorme seguridad sobre lo que decir. Tristemente, la sensación era de un discurso preparado y estudiado.
El pasado martes, en la tertulia de Directo Marca Valladolid, Arturo Alvarado aseguró que la comparecencia de Pezzolano en Albacete no había «gustado nada» en el Club. Por primera vez señaló a la entidad y a su planificación. El preparador se dejó llevar por el enfado de tres derrotas consecutivas y fue sincero. Su discurso en tierras manchegas fue natural. Él explicó lo que sentía, todo lo contrario de lo visto este domingo. Tras la quinta jornada de la temporada, Pezzolano dijo lo que ‘tenía’ que decir. Lo que debía decir para el beneficio de la entidad y, también, aquéllo que se había preparado horas antes.
Muy mal tenía que haber rendido el Real Valladolid, que por momentos lo hizo, que el uruguayo hubiera mostrado los mismos argumentos que expuso dentro de un nerviosismo ilógico y una excitación exagerada. Feliz y orgulloso por la implicación de sus jugadores, Pezzolano se olvidó de sumar en su explicación cuatro semanas sin ganar, una superioridad numérica de más de 40 minutos, una mala primera parte de su equipo, las pocas posibilidades reales que tuvo el equipo de ganar y la desesperación de varios de sus jugadores. Los hechos tangibles del partido fueron ignorados por el entrenador pucelano porque él tenía marcado su discurso.
Una realidad paralela
La sensación de ver a un mal estudiante ‘vomitar’ los últimos coletazos estudiados en la puerta de la sala del examen sean cuestionados o no en las preguntas fue real. Pezzolano dijo aquéllo que desde el Club se quería escuchar, pero no aquéllo que necesita oír el entorno ni, sobre todo, aquéllo que se ajusta a la realidad vista y ofrecida por el equipo en el partido ante el Elche CF. El Real Valladolid estuvo muy lejos de los parámetros narrados por el entrenador. ¡Lejísimos! Él definió una historia alejada de la realidad porque sabe que debe recuperar el único punto de apoyo que tiene en esta situación.
Los vandazos futbolísticos que está firmando el uruguayo le alejan de la confianza de vestuario. Los jugadores, nuevos y antiguos, pierden creencia en él, tal y como ha ocurrido con el entorno. Éste dejó de creer en él de forma progresiva la temporada pasada y en el inicio de ésta. Unos dudas y otros recelan, salvo en Club. Por ello, Pezzolano firmó esa rueda de prensa ante el Elche. Fuera victoria, empate o derrota, el uruguayo sabía qué tenía que decir para tener, como poco, un sustento en este complejo momento. Aunque sea perdiendo la credibilidad, arriesgó para, quizás, ganar una semana más de agonía.
