La semana pasada, tras la tercera derrota consecutiva de la temporada, leí a Juan Carlos Díaz, periodista de TVE, cuestionar qué es más doloroso. Se preguntaba si es más grave tres derrotas seguidas en LaLiga Hypermotion o una goleada en el Estadio Santiago Bernabéu. La respuesta es difícil aunque creo que todos elegiríamos cualquier opción en la que el Real Valladolid este en la élite del fútbol español. Pese a cuestiones de gusto individuales, dicha pregunta me hizo reflexionar sobre cuál es el principal problema y éste está en la falta de identidad del equipo. No en los resultados.
Sea en una categoría u otra, el equipo que cae goleado o que sufre tres derrotas es aquel que no está bien. El último Pucela que cayó goleado en Madrid fue el del último duelo de José Rojo, Pacheta, como blanquivioleta. Ahora, el que ha acumulado tres derrotas seguidas, es el de Paulo Pezzolano. Ambos han firmado dichos resultados por un mal momento de juego y una falta de identidad en su juego y propuesta. El Real Valladolid no está bien desde el primer día y sigue sin estarlo pese a cerrar la mala racha de no sumar nada en tres semanas consecutivas.
El Real Valladolid volvió a puntuar pero lo hizo con muchas carencias y debilidades. Los pucelanos consiguieron frenar su mala racha pero lo hicieron sólo con un empate. Ese ‘sólo’ no se centra únicamente en el mísero punto sino, también, en los argumentos para conseguirlo. El Pucela dejó escapar una oportunidad por las carencias que tiene en todos los ámbitos que llevan al juego. Pezzolano no ha conseguido ofrecer herramientas a sus jugadores. Estos están lejos de poder ser solventes. Es complicado que puedan serlo porque el Real Valladolid vive de individualidades de jugadores lejos de un buen estado de forma.
Individualidades
Cuando un equipo no tiene claro qué busca ni qué necesita se centra en individualidades. El Real Valladolid, actualmente, puede conseguir victorias por detalles concretos y puntuales de determinados jugadores. Este equipo nunca conseguir sumar, ahora, por situaciones globales. No lo puede hacer porque el equipo no sabe quién es ni qué debe buscar. No es importante señalar el esquema y sí qué se busca con él. Pezzolano no está consiguiendo definir nada y, por ello, su equipo está desmoronado. El duelo ante el Elche CF hace que el Real Valladolid se olvide del gerundio como un tiempo verbal. El equipo no se está cayendo. Está caído. No se está rompiendo. Está roto.
En el fútbol se puede perder y más en la quinta jornada. Dando la importancia que tiene un resultado que, obviamente, existe, el momento en el que está el equipo obliga a mirar más allá del marcador. Las formas, la identidad… incluso os brotes verdes. Todo suma para mirar a medio/largo plazo, pero es ahí donde el Real Valladolid muetras sus carencias más allá de tres derrotas o de una goleada. Así, cuanto más analizas al equipo, peor. Los análisis sientan mal al equipo porque nada tiene estabilidad y nadie arroja seguridad. Tales son las carencias que el problema no son los resultados. Lo preocupante es el fondo de por qué llegan esos marcadores y la poca seguridad que hay de que estos cambien.