Me repatea que en el fútbol, y en muchos aspectos de la vida, todo se resuma a la «experiencia». En LaLiga Hypermotion, por ejemplo, muchos entrenadores son analizados desde el principio con una vitola en relación al currículum que tienen en la categoría. En muchas ocasiones se resume todo a las vivencias acumuladas en la competición y, ahora, tras el mal partido del Real Valladolid ante la Agrupación Deportiva Alcorcón, Paulo Pezzolano será examinado y exigido por el nulo bagaje que tiene en España y en la competición blanquivioleta actual.
Creyendo que «la experiencia es un grado», como se dice de forma repetitiva en la sociedad, creo que la afirmación es correcta, pero considero que la experiencia es sólo un grado. ¡Sólo uno! A Pezzolano le falta experiencia en España y en su categoría de plata, pero el problema blanquivioleta no está actualmente en eso y sí en la poca realidad y realismo con la que el uruguayo ha analizado el inicio de temporada.
En la victoria (2-0) ante el Real Sportig de Gijón me sorprendió la idea tan clara que tenía el equipo blanquivioleta con balón. En el debut funcionó e ilusionó. El duelo fue medianamente bueno. Ante una mala versión asturiana, los pucelanos se presentaron con una idea en la que la superioridad interior era capital. Los vallisoletanos ya mostraban carencias en las transiciones defensivas pero aquel día fue suficiente para conseguir tres puntos. En Zaragoza, una semana después, no. El partido pidió variantes y evoluciones que el equipo no tuvo. En la tercera jornada, lejos de ver mejorada la versión ofensiva, ésta ha sido el gran problema de los de Pezzolano.
Arrogancia anticompetitiva
El Real Valladolid ha salido este sábado al Estadio José Zorrilla con la sensación de que su idea de juego está ensamblada y que con ella iba a ser suficiente, pero no contaba que el rival conocía su propuesta y que iba a basar el partido en transiciones ofensivas a sus debilidades. Éste es un aspecto básico del fútbol actual que el Real Valladolid pareció ignorar. Por esas carencias defensivas del equipo ha llegado el primer gol y la constante sensación de debilidad.
Han sido 90 minutos de constantes dudas de un equipo que ha mostrado una idea alejada de su realidad y del momento individual de todos sus jugadores. Es ahí donde Pezzolano queda señalado. Desde fuera y desde lejos, el encuentro ante el equipo alfarero deja la sensación de un Real Valladolid con cierta soberbia y un equipo alejado de las realidades que marca una categoría como LaLiga Hypermotion. El planteamiento de Pezzolano deja flotando una sensación de que el equipo piensa que con balón es suficiente porque sus jugadores tiene suficiente calidad. Independientemente, incluso, de su estado de forma.
El plan de partido muestra cierta arrogancia de un equipo sin ideas ni propuesta sin balón. Los primeros segundos tras la pérdida fueron elocuentes de los problemas de un equipo al que le falta experiencia en la categoría, pero, sobre todo, al que le puede sobrar soberbia sobre sus cualidades y momentos. El vestuario blanquivioleta no está para la propuesta que Pezzolano quiere ahora. Actualmente, los vallisoletanos no puede correr tanto como han hecho este sábado. No pueden estar tan desprotegidos ni vivir tanto en inferioridad. Por buenos que sean, que lo son, la realidad pucelana es otra sobre la que trabaja, diseña e imagina Pezzolano.