El fútbol son detalles, pequeñas fracciones. Como diría Tony D’Amato, personaje de Al Pacino en ‘Un domingo cualquiera’, el fútbol es jugada a jugada. Su histórico «pulgada a pulgada». Una jugada puede cambiar un análisis, una sensación y un futbolista. Un detalle cambia todo y Gonzalo Plata puede ser el último gran ejemplo en clave del Real Valladolid. El ecuatoriano ha salido por la puerta de atrás. Del Estadio José Zorrilla, de LaLiga y de Europa. Todo, muy posiblemente, hubiera sido diferente si su disparo en el último minuto del duelo ante el Getafe CF hubiera terminado en gol.
Si el ecuatoriano hubiera firmado el gol de la salvación blanquivioleta, todo sería ahora diferente, incluso el análisis de su rendimiento en el Real Valladolid. Sería muy oportunista y resultadista pero, en parte, tendría hasta sentido. Ese gol hubiera dotado al jugador de parte de fuerza sobre una de las grandes deficiencias que ha tenido en su etapa en Zorrilla y en España. Gonzalo Plata deja de ser blanquivioleta tras haber anotado siete goles, uno de ellos en la élite, y tras conseguir 12 asistencias, siete de ellas en los últimos 12 meses.
Los números no son buenos, pero tampoco son desastrosos. En muchas ocasiones toca mirar más allá de esas cifras y entender qué significaron esos registros y cuánto obtuvo el Real Valladolid con ellos. En el caso del ecuatoriano, sus dígitos han sumado poco. Cierto es que de sus pies salen asistencias para victorias de la pasada temporada contra el Elche CF, el RCD Espanyol y el Girona FC en el Estadio José Zorrilla. Esos días, cinco asistencias dieron ocho puntos al Real Valladolid, entendiendo la subjetiva importancia de una asistencia de gol por su intencionalidad y relevancia directa. Más allá de aquéllo, Gonzalo Plata no ha sumado de forma diferencial en el Real Valladolid.
Recuerdo una vez como un exjugador del Real Valladolid me habló de Vladimir Manchev. «¡Qué importante fue en el ascenso de 2007!», le dije. «¡Qué pocas veces hacía el gol definitivo o el 0-1!», me contestó. Desde aquel día me gusta mucho ver la trascendencia de los goles. Pensando en la importancia que tienen los números y no sólo en los números, Plata ha tenido poca relevancia de blanquivioleta. Siempre se la ha supuesto una calidad que, indudablemente, tiene, pero no siempre ha conseguido que ésta fuera diferencial para el equipo. Ni en el juego ni en los números.
Fracaso
Mencionado ya el incumplimiento de las expectativas generadas, éstas no han llegado al nivel medio esperado porque, principalmente, Plata no ha conseguido sumar de forma diferencial ni en los momentos decisivos. El jugador ‘estrella’ del equipo tiene que sumar volumen o momentos y el ecuatoriano no ha sabido hacerlo en ninguno de los dos aspectos. Este hecho ha debilitado de forma paulatina al jugador. Sin ser diferencial, no era intocable. Ser serlo, no se sentía ‘protegido’ ni ‘cuidado’. Era uno más. Nunca consiguió sumar más de tres partidos completos de forma consecutiva. No era el plus diferencial del equipo y, por ello, su confianza se fue devaluando.
Las derrotas del equipo y un rol futbolístco con poco peso y pocas acciones en superioridad numérica para poder encarar rivales le privaban de tener relevancia y ganar confianza. Así, en muchos momentos, su peso se limitaba a acciones de contragolpe. En esos momentos, en pocos segundos, la confianza marca diferencias y Plata no la ha tenido en toda la temporada.
La fue perdiendo o la fue quemando. Depende. La inercia social y de Club con la que comenzó la temporada fue desapareciendo de forma paulatina y eso que a inicios de noviembre había partido sólo en nueve partidos y cinco de ellos habían sido victorias, pero ni en ese momento Plata supo demostrar liderazgo y personalidad, razones por las que ha fracasado en Valladolid. ‘Fracasar’, sí. Indudablemente.