Una vez he estado con Paco Santamaría Uzqueda en mi vida. En una ocasión me he podido sentar y hablar con él. Era enero de 2016 y mientras el Real Valladolid de Paco Herrera preparaba una visita al Estadio Ramón de Carranza en los Campos Anexos, pude entrevistar al histórico delegado blanquivioleta. Lo hacía dentro del reportaje que realicé para el blog sobre el ascenso del Pucela de José Luis Mendilibar: ‘De Luarca al cielo’. Hago este matiz para que no parezca que mi primer artículo en casi en un mes sea para defenderle a él. Creo que no lo necesita. Eso sí, creo que hay que señalar un hecho importante.
Le respeto mucho a él, como también lo hago sobre José Manuel Santisteban y Raúl Zarzuela, otros dos de los profesionales que no siguen en el Real Valladolid desde el pasado viernes 7 de julio. Desde dicho día, los tres integrantes pucelanos vieron cerradas su etapa en el Estadio José Zorrilla de forma oficial. Las decisiones son lícitas y respetables y más con alguien que supera los 70 años. Con el objetivo actual de «dedicar más tiempo a su familia», tal y como asegura el Real Valladolid en su web, el problema de la entidad viene en el después.
En el mundo de las redes sociales, un trabajador del Real Valladolid durante casi 30 años abandona el Estadio José Zorrilla con un simple comunicado compartido en la página web
Entiendo (y espero) que el Real Valladolid rendirá homenaje a Santamaría Uzqueda en el primer partido del Real Valladolid como local en la temporada 2023/2024, pero el problema, para mí, no se borrará. Un hombre que significa mucho para la entidad y que, como dice el comunicado de su despedida, «ningún entrenador, técnico o empleado, de los muchísimos con los que ha coincidido, jamás ha dicho una mala palabra de él», merecía un reconocimiento mayor del recibido.
Un merecido contenido
En el mundo de las redes sociales y los homenajes, incluso, exagerados, alguien que ha acumulado más de 30 años en el Club merece mucho más que un comunicado de despedida junto a dos respetables compañeros. Creo, honestamente, que esto no es un detalle insignificante y sí es una muestra más, la enésima, del desapego que tiene el Real Valladolid con su historia. Pendientes en los canales oficiales de muchas tendencias y actualidades de moda, incluso, lejos de España, un trabajador histórico de la entidad se marcha del Estadio José Zorrilla de la manera más discreta y sin un contenido que no hubiera sido el más demandado, pero que no hubiera molestado a nadie y que hubiera emocionado a más de uno.