Tras la última rueda de prensa de José Rojo, Pacheta, como entrenador del Real Valladolid quise leer en Twitter qué pensaba el mundo blanquivioleta de una salida como la suya y de una despedida tan fría como la que tuvo. La primera sensación personal que me dejó la comparecencia fue la misma que me deja el Club en los últimos meses: impersonal. El Real Valladolid no es el mismo, pero no porque haya evolucionado sino porque ha dejado atrás sus señas de identidad. Dejando a un lado este frente, secundario, que no intrascendente, en este momento, en mi búsqueda de opiniones por Twitter di con la de Luis Alberto Vaquero en TeVeoPucela.
En ella, y partiendo de su idea de que es una falta de respeto que Ronaldo Nazário no haya hablado con Pacheta, Vaquero aseguraba que el burgalés se merecía el respeto máximo porque ha sido el único que ha defendido a la entidad ante todo y contra todos en los últimos meses. El afirmación está llena de verdad. Yo, como seguidor de muchos discursos y perfiles de entrenadores por sus comparecencias públicas, siempre he confesado que me he visto entrevistas y ruedas de prensa de Pacheta en etapas anteriores a la pucelana. En Huesca y en Elche, por ejemplo, vi un preparador más convencido y seguro de lo que lo he visto en Valladolid.
Ésta no es una reflexión que quiera hacer ahora aprovechando la destitución, ésta es una idea que siempre he tenido en mente y que me surgió al ver que el de Salas de los Infantes no cumplía muchas de las afirmaciones que hizo en su rueda de prensa de presentación. Pacheta prometió el primer día que sería sincero, pero no lo ha sido. Ha sido honesto, que no es lo mismo. El burgalés ha mirado por el Club y el tipo de vestuario que tenía y se ha puesto al servicio de la entidad. Su forma de trabajar es la de un «hombre de la casa» y, por ello, adaptó su mensaje al que necesitaba el Club.
Corazón y cabeza
Desconozco si algunas de las medidas deportivas que él hubiera tomado en algún momento hubiera sido otras, pero estoy seguro que su estilo, su forma y su personalidad le han pedido, en muchos momentos, mandar otros mensajes y tener otro estilo. Este martes, en su despedida, él dejo un mensaje que puede ser bastante elocuente de su versión de Club. Habló de «no equivocarse» y de tener un discurso sin errores. Creo que en la sinceridad no hay errores. La verdad o el propio sentimiento nunca sobra y Pacheta siempre se había caracterizado por ello.
En junio de 2021, cuando llegó, pensé que él era el mejor candidato posible porque él iba a arrancar de Real Valladolid el hermetismo en el que se había convertido la entidad. Estaba seguro que iba a poner corazón al día a día. El discurso del entrenador del primer equipo iba a tener verdad y no tópicos, pero no ha sido del todo así. Casi nunca. La realidad es que no he disfrutado de Pacheta en esta etapa como lo he hecho en otras y, tristemente, creo que a él le ha pasado lo mismo. No ha sido él y, por lo tanto, no ha disfrutado de muchas fases de esta etapa, y no por resultados. Sí por identidad.
En su afán por ser un hombre de Club y tener un mensaje que fuera positivo para los intereses de la entidad y del vestuario, el burgalés no ha sido él. No se ha llegado a traicionar, pero no ha sido él y no ha disfrutado de esta etapa como no he disfrutado yo de su estilo, sinceridad y frescura. Pacheta puso por delante de él al Club y a los jugadores, algo que la entidad no ha hecho con él.