Voy a ser un poco ventajista porque creo que puedo. Puedo analizar la destitución de José Rojo, Pacheta, como entrenador del Real Valladolid basándome en la derrota (6-0) ante el Real Madrid en el Estadio Santiago Bernabéu. Estoy totalmente convencido que el resultado y, ante todo, las formas de la visita pucelanana al feudo madridista han sido el detonante de la destitución. Si los blanquivioleta no hubieran perdido o hubieran caído de otra forma, Pacheta sería el preparador pucelano para el importante duelo ante el Real Club Deportivo Mallorca.
Analizando las formas llega el ventajismo que puedo usar y que no es otro que el que parte de las declaraciones de Kike Pérez en la previa al duelo. El de Toledo aseguraba antes de viajar a Madrid que los pucelanos no tenían «nada que perder» en el duelo. No tenían «nada», pero lo que se han dejado por el camino es el entrenador. Tras leer dichas declaraciones señalé, en Twitter, que eran erróneas. El resultado las confirmó y las consecuencias, más.
El problema no llega por asegurar algo que considero un error sino la mentalización que palabras así pueden generar en un vestuario profesional. El conformismo es el peor aliado y puede que el Real Valladolid esté asumiendo situaciones así. Critiqué mucho cuando Sergio González daba como éxito «vivir» partidos como el del Santiago Bernabéu. Pese a que en las últimas diez temporadas el 50% hayan sido con el Pucela en LaLiga SmartBank, la historia blanquivioleta dice que los viajes a Madrid son para enfrentarse el Real Madrid y al Atlético de Madrid y no al Club Deportivo Leganés o a la Agrupación Deportiva Alcorcón.
Sin exigencia y victimismo
Aunque creo que la historia no manda sobre el día a día y que no se puede mirar a ella para marcar los objetivos, el problema del Real Valladolid viene por ignorarla o, peor aún, por desconocerla. Los pucelanos no se pueden marcar la obligación de ganar en el Estadio Santiago Bernabéu, pero sí tenerlo como un objetivo. Un objetivo ambicioso, pero un objetivo al fin y al cabo. Sin ambición no hay exigencia y sin ninguna de las dos, mediocridad y, muy posiblemente, por ello Pacheta ya no es el entrenador del Real Valladolid.
Los pucelanos, de forma individual, se mentalizaron de que la pasada jornada ni sumaba ni restaba y eso es un error grosero que se ha llevado por delante a un magnífico entrenador. Pacheta es historia del Real Valladolid porque el equipo no dio la cara ante el Real Madrid. Sin dar la cara, inició derrotado el partido. Por el comformismo no tuvo propuesta ni respuesta al juego y sin ellas fue goleado y humillado. Podemos pensar que el problema es futbolístico, que seguramente tendrá un peso importante, pero la raíz del problema es mental.
El vestuario, el equipo y, ante todo, el Club carecen de ambición y de máxima exigencia y, así, los resultados son tan duros como destituir a la pieza más emblemática del vestuario de forma inesperada y, posiblemente, injusta. Aunque la injusticia es muy relativa.