El Real Valladolid sigue en caída libre. No de resultados, que también, sino de juego. En el fútbol nos quedamos con la consecuencia pero no con la acción. Los de José Rojo, Pacheta, perdieron el duelo en Mallorca porque firmaron un mal partido. De igual forma ante el Rayo Vallecano. Las dos derrotas con las que se llegaba a la visita al Atlético de Madrid no fueron por detalles. La base del partido fue muy mala, independientemente del rival. Que éste fallase un penalti o que marcase en el último minuto era lo de menos. El juego de los 90 minutos, el poco bagaje ofensivo y la nula evolución en el juego durante el duelo completo era lo peligroso de la situación blanquivioleta.
Los pucelanos están en un momento delicado. La situación no es crítica, pero poco le falta. La tendencia es muy peligrosa y exige una análisis concienzudo. No valen medias tintas ni visiones al futuro. Tras el partido, Álvaro Aguado era positivo dentro de la situación y quería analizar la situación desde lo que queda y no desde dónde se llega. En un camino similar, Pacheta. El burgalés quería analizar la situación pucelana desde lo importante que sería ganar al Valencia CF para cerrar la primera vuelta con 20 puntos.
Si el de Salas de los Infantes es simplista y se centra en supuesto, la situación es muy peligrosa. Me parece ilógico analizar, por un solo segundo, la situación blanquivioleta desde el prisma de una hipotética victoria en el siguiente duelo. Ahora mismo, ganar es casi una utopía. Podemos usar muchos tópicos y, sobre todo, aquel que dice que «cada partido es un mundo», pero la realidad asegura que el mundo pucelano está en caída. El Real Valladolid no tiene argumentos ahora para pensar en conseguir una victoria solo. de una situación así no se sale ganando un partido. Este equipo no gana tres puntos bajo la exigencia del «sí o sí».
La mirada más importante
Da igual el rival porque el problema es la tendencia del equipo. Los pucelanos están «sin confianza», como aseguraba Pacheta tras la última derrota en el Estadio José Zorrilla. El vestuario está debilitado y éste no necesita pensar en qué supondría una victoria en la siguiente jornada o qué importante serían 20 puntos para el final de la primera vuelta. Tras cinco derrotas consecutivas y rozando los 500 minutos sin hacer gol, el Pucela necesita realidades, argumentos y respuestas. Los necesita para creer en la victoria.
Los pucelanos no pueden mirar al futuro. No deben. La derrota ante el Atlético de Madrid no obliga a un ‘borrón y cuenta nueva’. No vale, como tampoco valía tras el partido en Mallorca o en Bilbao y, ante todo, ante el Rayo Vallecano. Desde un análisis profundo se pueden recuperar las señas de identidad que el equipo ha perdido en las últimas semanas. Dicho análisis debe ser exigente porque este momento pide ser lo menos simplista posible. El Pucela podrá afrontar el futuro cuando sepa cómo llega a él. Esa es la mirada más importante que debe hacer el equipo. Cualquier otra sería contraproducente o, como poco, errónea.