Después de la dolorosa derrota (2-1) ante el Girona FC, el Real Valladolid afronta la sexta jornada de LaLiga Santander con un encuentro importante. Cualquier duelo en el Estadio José Zorrilla es capital, pero si el rival es un conjunto que está, clasificatoriamente, por debajo de los blanquivioleta, más. Así, la visita del Cádiz CF es importante para las aspiraciones y evoluciones pucelanas. El conjunto vallisoletano recibe al equipo gaditano y, por consiguiente, a Sergio González. Considero que la visita del entrenador catalán no es relevante para los de José Rojo, Pacheta, pero su regreso obliga a una reflexión.
Pese a que éste fue un rincón en el que se analizó mucho al entrenador catalán en su etapa pucelana, los tiempos de su salida y despedida evitaron un análisis final sobre una figura que, con total sinceridad, considero negativa para el Real Valladolid. Como no me considero resultadista quiero analizar a Sergio González sin poner el foco en las dos salvaciones, el ascenso y el descenso. Quiero opinar sobre su figura por cómo fue su etapa en Zorrilla y qué legado dejó tras ella.
Analizar el Real Valladolid que se encontró José Rojo, Pacheta, es un drama. Futbolísticamente, el Real Valladolid era un equipo roto. Los futbolistas pucelanos eran jugadores sin alma, sin confianza, sin seguridad y, lo que es peor, sin apego. Ahí, contribuyó el cortoplacismo y la simpleza desde la que trabaja el catalán, alguien que bloqueó las posibilidades de crecimiento de la institución porque los resultados taparon mucho de lo que él mostraba al vivir de la gestión de rentas e inercias.
Sergio González hizo que el Real Valladolid consiguiese un ascenso. Aquél fue su gran mérito, aunque quizás se le elogió de forma excesiva por él. Ésta es una opinión que siempre he expresado. Adquirió un equipo roto, sí, pero contra el anterior entrenador. Físicamente, aquel equipo estaba bien y, fútbolísticamente, tenía jugadores asentados. Recibió un Jaime Mata con 26 goles, por ejemplo. Aquéllo queda lejos pero demuestra el aprovechamiento de situaciones e inercias. Sergio es un entrenador que no tiene capacidad de crear. Aprovecha lo que se encuentra o lo que consigue. Lo ha demostrado en todos los sentidos.
Detalles y gestiones
Detalló correctamente al Real Valladolid de Luis César Sampedro y consiguió un meritorio ascenso. Posteriormente, aprovechó la inercia creada en aquel ascenso y consiguió una permanencia. No sin dificultades para crear nuevas situaciones. A Sergio le costó mucho incluir a Enes Ünal en sus planes. Al turco y a otros tantos. Daniele Verde, Hatem Ben Arfa, Kike Pérez, Jorge de Frutos, Jota Felipe… ¡Álvaro Aguado! ¿Cuántos de esos jugadores parecían no tener nivel para LaLiga Santander? Sergio se debilita cuando debe crear un punto de crecimiento.
Con todo, se encontró en una encrucijada que creyó que sabría dominar porque creía que él estaba por encima del Club. Por momentos, el catalán se creyó el motor del Club. Se lo creyó porque, en parte, se lo hicieron creer desde algún sector externo a la entidad. Sergio González, en 2019, ninguneó a aquéllos que no le veían capaz de liderar el barco pucelano. No les dio argumentos para que creyeran en él ni se atrevió a debatir con ellos. Como siempre ha visto una crítica como un ataque, impuso vivir del pasado porque había conseguido resultados, aquéllos que consideró históricos para una insititución como la blanquivioleta.
Aunque cueste dejar a un lado en este análisis el menosprecio con el que Sergio González siempre trató la historia del Real Valladolid, entiendo que su principal problema fueron los resultados y los detalles escondidos que estos dejaron. Se creó una corriente sobre él que nunca comprendí y que, muy posiblemente, generó esta situación. Si un entrenador que consiguió un ascenso y dos permanencias puede no ser bien recibido en Valladolid es que su legado es negativo y el de Sergio lo es. Indudablemente.
Su triste legado
El actual entrenador del Cádiz CF consiguió que la mediocridad se instalase en el Estadio José Zorrilla. Cuando tuvo que crear y responder con liderazgo se le vieron unas costuras que nunca había conseguido tapar con rotundidad. Siempre estuvieron presentes pero las salvó por errores ajenos y nunca por aciertos propios. Éste es un punto del análisis sobre la figura de Sergio que se quiso ignorar y que él supo gestionar para que se tapase. Las salvaciones se veían como éxitos históricos cuando estas están firmadas más por detalles ajenos que por méritos propios.
Sergio González llegó en 2018 al Estadio José Zorrilla desesperado para aprovechar una bala inesperada en su carrera que supo gestionar. Ahora, Sergio vuelve a Valladolid, aquélla ciudad que no le debe nada. Absolutamente nada. Su regreso llega en un ambiente que no es hostil pero que no será cómodo. Su legado obliga a ello. Siempre quiso engañar con lo que había conseguido. Siempre quiso que se viera más el envoltorio de su etapa que la realidad que había tras él. Lo hacía porque sabía que el interior estaba vacío. Su legado era inexistente.