La victoria (1-0) del Real Valladolid ante la Unión Deportiva Almería fue muy importante. El regreso de Shon Weissman fue por la puerta grande y lo fue en un encuentro que elevó las expectativas e ilusiones del mundo blanquivioleta. El tiempo, los puntos y las formas marcaron la ilusión del equipo, pero José Rojo, Pacheta, frenó cierta ilusión al asegurar que esa magnifica sensación de una victoria en el tramo final también se tornaría en tragedia. La forma de jugar de los pucelanos y su modelo de juego invitan a victorias como la conseguida en el Estadio José Zorrilla pero, también, generan derrotas como las del Estadio de Montilivi.
Cuando expones tanto y cuando buscas la portería y el área rival con tanta insistencia, la línea entre la victoria y la derrota es fina. En apenas cinco días, el Real Valladolid vivió las dos caras del riesgo, aquél por el que tanto apuesta este Pucela y aquel que define a Pacheta. Con un resultado u otro, con la alegría de una gran victoria o el dolor de una derrota dura, la sensación es similar y es aquélla de un equipo que sabe qué quiere, que sabe lo que busca y que cada jornada está más hecho, más engrasado y aclimatado.
Salvo en la derrota (4-0) en el Camp Nou, el Real Valladolid ha dejado momentos muy buenos de juego en todos los partidos oficiales disputados. ¡En todos! La cuestión está en cómo ha sabido obtener resultado de esas fases del juego, cuánto ha conseguido alargarlas y cuánto ha sufrido en aquéllas en las que ha sido inferior al rival. En mayor o menor medida, las cuatro jornadas mencionadas han dejado la sensación de igualdad en el encuentro y eso confirma que los de José Rojo, Pacheta, están en evolución, tal y como se confirmó en el Estadio de Montilivi.
Un camino en la élite
Con errores, con fases de inferioridad y con momentos de debilidad, el Real Valladolid firmó un encuentro muy digno en tierras catalanas. Dominó fases del juego, aspectos de la propuesta y, ante todo, los blanquivioleta fueron en muchos momentos lo que ellos quieren ser. Dominadores del balón, controladores de las transiciones y generadores de verticalidad, los vallisoletanos firmaron un partido que deja una dura derrota pero que, en el fondo, vale como un encuentro en el que sumaron minutos de calidad, determinación y evolución. Sin mirar al gol de Oriol Romeu, el Real Valladolid evolucionó en su asentamiento en la competición con la quinta jornada.
Lo vivido ante los de Míchel Sánchez sumará para la evolución pucelana. Lo hará a medio y largo plazo pero, también, a corto. La primera gran actuación de Gonzalo Plata en la temporada, la regularidad de Kike Pérez, el salto de Iván Fresneda o el liderazgo de Monchu Rodríguez son rasgos individuales que sumaron para ver a un Real Valladolid que sin ser perfecto sí mostró una evolución digna de mencionar y propia para sostener una seguridad en haber encontrado el camino en la élite. Con todas las dificultades y obstáculos que el equipo se está encontrando, incluyendo actuaciones arbitrales «asombrosas», como determinó Pacheta.