El Real Valladolid de José Rojo, Pacheta, terminó este pasado sábado la pretemporada. Con la visita de la Societá Sportiva Lazio al Estadio José Zorrilla, los pucelanos cerraron la preparación de la nueva campaña. Tras el empate (0-0) ante los italianos, los pucelanos se centran ya en el primer duelo de la temporada. El enfoque ya no es sobre la idea global del juego y la mejora de las prestaciones globales e individuales. Esta semana el Pucela mira sólo al encuentro ante el Villarreal CF del sábado. Los blanquivioleta afrontan esa primera jornada y lo hacen tras una pretemporada compleja, como todas, pero que deja importantes, que no definitivas, sensaciones.
Para iniciar el análisis del actual verano, mi idea me hace hablar de cinco amistosos y no siete. No considero, y no por desmerecer a los rivales, que los encuentros en Tordesillas y Salamanca fueran vistos por el cuerpo técnico como encuentros de preparación. La forma de afrontar dichos partidos centra el análisis futbolístico en los cinco últimos duelos. Independientemente de la categoría de los rivales, hay datos que ya confirman parte de lo que ha buscado el Pucela en este verano: el equilibrio.
En ningún momento de ningún partido, el Pucela ha vivido un encuentro desnivelado. Creyendo que éste es el gran objetivo de cualquier duelo de pretemporada, el Real Valladolid está de enhorabuena en una ‘preparación’ en la que ha anotado dos goles y ha encajado uno. En los 450 minutos de preparación real que ha vivido el equipo de Pacheta, éste sólo ha anotado los goles conseguidos en Ponferrada y el encajado en el propio Estadio de El Toralín.
Creo que el hecho de que el Pucela no haya encajado ningún gol no dice mucho, pero sí dice algo. De la misma forma el dato de que no haya visto puerta. Lejos de analizar que Real Real Valladolid le falta «pólvora» o volver, nuevamente, al absurdo examen de la manta, el juego blanquivioleta sí me ha mostrado un equipo con identidad y un grupo con una idea similar a la de la pasada temporada, pero todo con un vestuario con ajustes diferentes. En un fútbol en el que los detalles son diferenciales, Pacheta ha sabido detallar a su Pucela para el cambio de categoría.
Aprovechamiento del verano
Siempre he creído, y así lo he defendido, que el Real Valladolid no debe cambiar su estilo de juego por el salto de categoría. El ascenso debe ratificar que la idea es buena pero, a la vez, debe obligar a matices, detalles y variantes. El equipo debe crecer en sus posibilidades y esto es lo que ha hecho en verano. Se ha ajustado, se ha detallado y, por ello, genera menos pero, a su vez, concede menos. Se ha compactado más y ha conseguido, por ejemplo, que sus posesiones no sean sólo verticales. El Pucela ha ampliado su identidad.
La fase en la que está el Real Valladolid es aquélla que no te debe hacer dudar de lo que has hecho ni del recorrido que esto tiene. Cambiar de categoría y pensar que las formas no son las correctas es lógico, pero Pacheta no lo ha permitido. Él sigue creando lo mismo, sigue exponiendo de la misma forma y continúa queriendo los mismos objetivos. Ningún pilar ha cambiado, tal y como se ha demostrado esta pretemporada. La idea del verano no era ganar partidos, ni anotar muchos goles, ni, tampoco, hacer protagonista a determinados jugadores.
El verano de 2022 estaba para dar seguridad al equipo y éste, a falta de detalles del mercado, la tiene. Así, la preparación deja una base exitosa. No dudar tras el verano es un gran éxito para el equipo blanquivioleta. El sustento existe y se debe trabajar sobre él. La base de confianza se ha generado sobre un equipo que sabe que va a encajar más de lo que va a anotar pero que por ello no debe romper radicalmente con su estilo, su idea y su propuesta. Este Real Valladolid sólo necesita ajustarse y equilibrase a la categoría. Aún le costará unas jornadas de competición, pero la base principal existe gracias al aprovechamiento que se ha hecho de la pretemporada.