Siempre que analizo algún detalle táctico un poco más profundo de fútbol recuerdo una frase que escuché en una charla de entrenadores a la que asistí. «No analizamos el fútbol. Analizamos lo que sabemos de fútbol», aseguraron en dicha ponencia. Desde ese punto y desde la visión personal desde la que siempre se parte en cualquier análisis, el engranaje táctico del Real Valladolid en esta últimas semanas necesita un examen, un detalle y una mejora. Los tres aspectos se reducen en un concepto tan básico en este deporte como el aspecto posicional y en un ejemplo que existió en el Estadio José Zorrilla recientemente.
José Rojo, Pacheta, siempre ha defendido que él pondría sobre el terreno de juego a los que «mejor están». Así, actualmente, el Pucela se debe regir desde la presencia de Monchu Rodríguez. El ‘8’ es el jugador más diferencial y más fresco del Real Valladolid en la actualidad. Desde él se crea el equipo. Junto a él, por estatus y rendimiento, están Álvaro Aguado y Roque Mesa. Así, el Pucela tiene un esquema con tres centrocampistas. Desde este matiz se cambia el estilo de las posesiones pucelanas, tal y como narró el propio burgalés, pero también otros detalles.
El empate (2-2) del Pucela en el Estadio de La Rosaleda mostró que este Pucela tiene problemas en las transiciones defensivas. La movilidad de los tres centrocampistas hace que el equipo se desarbole con cierta facilidad y que asuma contragolpes rivales en inferioridad numérica. Entendiendo que jugar con tres centrocampistas multiplica las opciones pucelanas de posesiones largas y las variantes para dominar con balón el encuentro, el Real Valladolid necesita y debe encontrar juego posicional. Monchu, Álvaro Aguado y Roque Mesa tienen la tendencia, instaurada por el estilo del doble pivote, de ofrecer un desmarque de ruptura tras el pase y, ahora, no siempre es recomendable.
La movilidad de Aguado, Roque y Monchu hace que el Real Valladolid se desarbole con cierta facilidad sin balón y en las transiciones defensivas
Tener un jugador equilibrado y que ofrezca seguridad al equipo no es sinónimo de especular y, ni mucho menos, debe ser visto como un concepto ‘defensivo’. Actualmente, el Pucela necesita ser más equilibrado que nunca para conseguir que la ambición ofensiva y las ganas de vivir en campo contrario tengan resultado y, ante todo, que no generen problemas. A falta de un puñado de jornadas, el Pucela debe tener controlada su propuesta y las variantes que ésta genera. Así, mejorar sin balón y en los primeros segundos tras la respuesta o la pérdida es capital y, ahí, un jugador posicional ayudaría mucho a los de Pacheta.
Roque para el equipo
Analizando la plantilla pucelana, Pacheta no tiene jugadores de ese perfil. En las etiquetas de sus futbolistas no existe un perfil así, pero éste no debe ser un problema. Roque Mesa sabe ofrecer ese estilo. Sabe y debe. El Real Valladolid necesita ese estilo como lo demandaba en la temporada 2014/2015. En una campaña en la que Álvaro Rubio no estuvo al 100% de sus cualidades físicas, Joan Francesc Ferrer, Rubi, creó un estilo posicional en André Leão. El portugués evolucionó mucho en la temporada hasta ofrecer al equipo lectura de juego y movimientos estáticos y de equilibrio.
Ahora, a menos de diez jornadas para el final de la temporada, el Real Valladolid debe ofrecer criterio en todos sus movimientos. Sabiendo que el momento del equipo pasa ahora por un esquema con tres centrocampistas, Roque Mesa debe dar un paso al frente. Su experiencia, liderazgo, carisma y relevancia en el equipo no pueden quedar exentos de exigencia. Así, el granacanario debe ofrecer el criterio, el poso y el juego posicional que Aguado necesita para encontrar espacios, Monchu para romper líneas, Weissman para recibir marcas y los extremos, entre otros, para obtener libertad interior.
En una temporada ciertamente irregular del ’17’ pero, sobre todo, en un momento en el que su juego está marcado por una mínima intrascendencia, ofrecer al equipo un estilo posicional y equilibrado sería la mejor noticia para el Real Valladolid y para potenciar el peso del jugador. Roque Mesa tiene la llave para hacer que el Pucela gane en equilibrio y en seguridad en el momento clave de la temporada. En su mano está la regularidad del equipo y, de paso, la suya.