Qué bien estuvo el Real Valladolid en la primera parte del partido ante el Málaga CF en el Estadio de La Rosaleda. Para mí, y como expliqué en Twitter, una forma de entender que el plan de partido pucelana estaba saliendo es analizar las veces que el equipo pudo robar el balón en campo rival. Ese es un detalle que lejos de ser insignificante era capital. Los de José Rojo, Pacheta, estaban cómodos. Lo estaban porque su idea de juego se imponía. Lo hizo en los primeros 45 minutos del partido y, también, en el primer cuarto de hora de la segunda parte.
Hasta, como poco, la hora de juego, el Real Valladolid fue merecedor de la victoria. No porque fuera mejor que el rival sino porque hacía que su plan de partido estuviera sobre el césped. El planteamiento de Pacheta estaba claro porque el equipo lo plasmaba. Los visitantes mandaban. Pese a ir por detrás en el marcador desde bien pronto, el Pucela se veía cómodo. Vivía en campo rival, tenía posesiones largas, cortas, verticales, pausadas… El Real Valladolid mandaba y el equipo estaba dominador. Los pucelanos no eran resultadistas y se veían cómodos en el guión de partido.
Lo estuvieron en la primera parte y, también, tras la reanudación. El Real Valladolid era lo que quería Pacheta y, por ello, no tiro la toalla tras el gol de Álvaro Vadillo. Sin ver el camino del partido, el marcador hacía pensar en un duelo dominado por los locales, pero nada más lejos de la realidad. El Pucela mandaba y, por ello, supo hacer bueno a Shon Weissman. Los dos tantos del ‘9’ llegan desde una propuesta que define al equipo blanquivioleta. Desde ella se saca una buena lectura del encuentro. Con esos 60, 65 o, incluso, 70 minutos, el Real Valladolid utiliza la jornada 35. desde los últimos 20, no.
Todo de cara y…
Si bien es cierto que las lesiones de Monchu Rodríguez y Shon Weissman obligaron a cambios a Pacheta, las cinco permutas realizadas por el entrenador de Salas de los Infantes debilitaron al Real Valladolid. Así, el equipo perdió su identidad y, sin ella, la inercia que había conseguido. El último cuarto de hora se vivió más en campo propio que rival y ese es uno de los mandamientos que Pacheta nunca va a soportar. Su Pucela debe estar siempre buscando la portería rival y el equipo no lo hizo en el tramo final. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta.
Desde una buena respuesta se entenderá qué no debe repetir el equipo y por qué es tan importante ser equilibrado. En conceptos tácticos y de propuesta. Una versión tan bipolar como la vista en el Estadio de La Rosaleda es perjudicial para la imagen y la confianza pucelana, incluso con divisiones tan radicales como ésta. Pese a que la versión positiva haya sido de 70 minutos y la negativa de 20, la segunda es la que se impone y la que preocupa. Cuando todo estaba de cara para el Real Valladolid, el equipo se perdió.
La crónica de la web oficial del Club habla de que todo estuvo «en contra» del equipo pero lo preocupante no es eso, que puede incluso ser debatido. Lo llamativo y perjudicial para la seguridad pucelana es ver que cuando el equipo tenía todo de cara, el duelo se cayó. Ya sea por las lesiones de Monchu o Weissman, por los cambios de Pacheta, por un hipotético vértigo o por una mala gestión de las emociones, el equipo perdió dos puntos por 20 minutos en los que tenía todo a su favor, pero que no supo gestionar y que debilitan su seguridad para las últimas siete jornadas.