Dos derrotas consecutivas habían hecho que el Real Valladolid tuviera dudas. Estas habían saltado y lo habían hecho, sobre todo, tras la derrota (0-1) ante la Unión Deportiva Las Palmas. Caer (3-0) ante el Real Oviedo estuvo totalmente condicionado, pero ante los grancanarios, no. El duelo ante el equipo de García Pimienta debilitó la propuesta pucelana y los de José Rojo, Pacheta, han viajado este domingo hasta Alcorcón con la necesidad de ganar. «Sí o sí» había que conseguir los tres puntos y estos viajan a Zorrilla, sí, pero confirmando que el resultadismo nunca vale porque tiene las patas muy cortas.
Pensar que un partido es bueno por el simple hecho de ganar es un error, tal y como ha confirmado el Real Valladolid en el Estadio de Santo Domingo. Más allá de los tres puntos, los pucelanos no han dejado nada positivo en esta jornada 33 de LaLiga Samrtbank. Puede parecer suficiente, pero no lo es porque el juego, la propuesta y la evolución del partido no deja ningún resquicio de ilusión, confianza o seguridad. Si había una crisis en el Real Valladolid, ésta no se ha curado por esta victoria. El problema es tan propio del equipo blanquivioleta que lo menos reseñable es que el rival fuera el colista y un equipo con una victoria en los últimos 24 partidos.
El problema pucelano no está en el momento o la calidad rival ni, tampoco, en la falta de acierto propio, tal y como ha asegurado Javi Sáchez tras el partido. El principal problema que detecto en el Real Valladolid tras los 90 minutos de juego en Alcorcón es la falta de identidad del propio equipo. El resultadismo no puede ni debe cubrir el descontrol en el que se ha convertido el partido por un innecesario cambio de sistema y una gestión cuestionable de un partido exigente que desde el banquillo no se ha entendido bien.
Nada productivo
Tengo cierta sensación de que se menospreció el partido. Si no llega a ser porque Pacheta es un entrenador que elogia y valora al 100% a los rivales y al trabajo y evolución de todos y cada uno de los equipos de la categoría, entendería que el partido no se afrontó ni gestionó como se debía. No quiero pensar eso, pero me cuesta. Me cuesta porque no comprendo el cambio de sistema, la propuesta con balón en el centro del campo, la disposición de los tres atacantes y, como en el último partido, el asentamiento de diferentes roles y papeles en el equipo.
Cogiendo determinados detalles del duelo, el análisis se centra en dos posibilidades. Una es que el Real Valladolid tiene asumido el play-off y va a rotar para no desgastar jugadores y, otra, unas rotaciones excesivas y gestiones cuestionables por el menosprecio al partido. Sea una u otra, el partido no deja nada positivo en el seno blanquivioleta. Las dos derrotas anteriores no quedan olvidadas por este partido. El fútbol deja un trasfondo preocupante porque, como ha asegurado Alberto Cuesta en Twitter, «había que ganar como fuera y así es exactamente como se ha ganado, de cualquier manera». Y eso nunca vale. Nunca es productivo.