José Rojo, Pacheta, se llevó grandes elogios en su primer partido como entrenador del Real Valladolid en el Estadio José Zorrilla. La victoria (2-0) ante el Real Zaragoza en el mes de agosto llevaba su firma. El burgalés realizó un diseño de partido y una apuesta por Sekou Gassama que no salió bien. Pese a la victoria, el de Salas de los Infantes no se dejó llevar por el marcador e intervino con éxito en el tiempo de descanso. La tendencia del juego obligaba a buscar alternativas y un plan B en el equipo que se consiguió con un cambio llamativo.
Pese a la exigencia con la que Pacheta quería y quiere estar en el Estadio José Zorrilla y los objetivos y obligaciones que ha definido para el equipo en los duelos como local, aquella intervención fue tan llamativa como necesaria. Fede San Emeterio sustituía al mencionado Sekou Gassama y el Real Valladolid comenzaba a tener controlado el duelo y el juego. El partido fue otro tras el descanso y esa necesaria intervención de Pacheta. En aquel momento llegaron los elogios para el burgalés, todo lo contrario de lo que pasó este domingo con la visita de la Unión Deportiva Las Palmas.
El encuentro ante los grancanarios tiene similitudes con el de aquella segunda jornada liguera. Se parecen por detalles que obligaban a una intervención rápida del cuerpo técnico que no llegó. Pese a que el encuentro llegaba al descanso con el empate inicial, el juego mostraba las carencias pucelanas para dominar los tiempos y las necesidades del partido. Sin ver a un rival extremadamente superior al Pucela, los primeros 45 minutos sí que dejaban una tendencia en la que los de García Pimienta eran mejores y, ante todo, en la que se encontraban más cómodos.
El descanso era el momento de cambiar la dinámica y buscar una inercia que hiciera que los pucelanos se metieran en el partido. El Real Valladolid necesitaba equilibrar el juego y saber vivir entre líneas. Sin ser placentero, el duelo de Las Palmas era cómodo y esa fue la gran debilidad del Pucela. Ante ella, Pacheta estuvo mal y lo estuvo por el recelo y la falta de seguridad de intervenir en el duelo. En agosto era más sencillo para él intervenir en el juego y variar al equipo en el descanso o, incluso, antes de él.
Inercia perdida
Con un puñado de entrenamientos y sin tener bagaje liguero, el vestuario pucelano no tenían definidos los estatus y los roles tanto como ahora. Sin creer que actualmente existan jugador que juegan por decreto, sí que creo que este Real Valladolid se rige por unas ‘normas’ que estuvieron muy presentes en el encuentro ante Las Palmas. Que Monchu Rodríguez sea suplente tras sus últimas participaciones es incomprensible, por ejemplo. Lo es tanto como que Álvaro Aguado fuera sustituido antes que Roque Mesa o Sergio León que Shon Weissman.
Este Real Valladolid esta bastante definido y eso, en parte, es un problema. En duelos como éste, la intervención de José Rojo, Pacheta, debía ser directa y sin mirar el bagaje o peso que cada jugador había tenido en el duelo. No es sencillo. Los papeles se obtienen tras muchas semanas y no se puede perder por un partido pero sí se deben gestionar durante un encuentro, algo que Pacheta sí ha hecho en determinados momentos pero no en la jornada 32. Éste fue un error que condenó al Pucela a la derrota y, ante todo, a perder gran parte de su inercia de juego y superioridad.