La visita de la Unión Deportiva Las Palmas al Estadio José Zorrilla ha sido durísima, es durísima y va a ser durísima. Es el partido más complicado de entender de la temporada porque el Real Valladolid se ha visto superado por un rival que no ha necesitado ofrecer su mejor versión para superar ampliamente a los de José Rojo, Pacheta, en el juego. Los blanquivioleta no han estado bien en ningún momento y en ningún detalle. Así se entiende de una forma tan complicada el duelo ante los grancanarios.
El rival te puede superar, como ha sido el caso, pero éste debe estar exigido en ofrecer su mejor versión, detalle que no ha ocurrido. Los pucelanos no han hecho que el rival muestra su mejor versión. La propuesta vallisoletana no ha sido la correcta, la intervención del cuerpo técnico ha dejado mucho que desear y la evolución del juego ha sido, como poco, cuestionable. El Real Valladolid ha estado mal. Lo ha estado durante todo el encuentro y, por ello, la sensación tras el gol de Armando Sadiku era de derrota inevitable.
Pese a que restaba más de media hora hasta el final del partido, el Real Valladolid no dejaba un atisbo de esperanza de poder empatar el duelo. Por un detalle de calidad no sería. Los pucelanos no iban a conseguir sumar en la visita de los de García Pimienta a Zorrilla por un acierto suyo. Solamente un error mayúsculo de los canarios iba a evitar la octava derrota de la temporada. El equipo estaba falto de confianza y de seguridad y, por ello, en el minuto 94 nadie creyó en que Monchu Rodróguez fuera a anotar el libre directo del que disfrutó desde la frontal.
Injusticia propia
El juego del equipo había lastrado la confianza de todo aquel que estuviera viendo el partido y la sensación de que el duelo se había perdido desde el primer minuto era total. Un detalle, y muy posiblemente ajeno, podía hacer sumar al Real Valladolid un punto pero sería un empate ilógico e injusto. Sin analizar el duelo de la UD Las Palmas, sumar bajo este rendimiento blanquivioleta hubiera sido tremendamente injusto. No por el rival y sí por la exigencia pucelana.
Entrando mal en el partido, evolucionando mal, interviniendo, muy posiblemente, de forma errónea pero, seguro, en un momento tardío, la jornada 32 de LaLiga SmartBank deja muchos dudas alrededor del equipo de Pacheta. Con ellas y desde ellas se sustenta la actualidad del equipo y una racha que no sólo son dos derrotas seguidas. A los 180 minutos sin gol se suman las malas sensaciones, las pocas respuestas, las escasas variantes en el juego y la peor versión de Pacheta. Por ello llegan esas dos derrotas y por eso el momento es delicado. Cuando lo peor no son dos derrotas consecutivas… el problema puede ser grande. Puede. De momento, puede.