El Real Valladolid hizo un gran partido ante el Girona FC. Para mí, personalmente, es muy difícil no sentirme orgulloso del partido del equipo de José Rojo, Pacheta. Es complicado no tener empatia con el avance, el juego y la evolución del equipo tras duelos tan completos como el vivido este sábado ante el equipo catalán. Lo lógico y lo normal es ganar este partido. Como se dice en muchas ocasiones en el fútbol, éste es un duelo que se gana 99 de cien ocasiones. Los pucelanos vivieron la excepción y hay que preguntarse por qué.
Siendo contadas las ocasiones en las que un partido así no termina en victoria, el Real Valladolid debe cuestionarse por qué y esa respuesta está en la precipitación que el equipo tiene en los metros finales. Los pucelanos son un equipo que genera superioridades y que lo hace casi con cierta facilidad. Llega, como quiere su entrenador, con seguridad al área rival. Lo hace con cierta facilidad pero, además, con mucha gente en zona de remate. El equipo es vertical y genera que sean muchos los jugadores que lleguen a los metros finales, pero no siempre en zonas reales de su posición.
Esta llegada al área es, obviamente, positiva. Un equipo que quiere vivir más en campo rival que en el propio debe ser seguro a la hora de generar y el Real Valladolid lo es. Genera acercamientos y sensación de peligro, primero. Esos registros se transforman pronto en ocasiones que, sean más o menos claras, obligan a rendir al equipo rival. En ciertas fases del juego, el Pucela somete al rival y es éste el que debe buscar su mejor versión. En otros momentos es el propio Pucela el que falla y el que no está a la altura por un excesiva ansiedad de finalización y una excesiva celeridad y urgencia por definir o dar el último pase.
Elección final
Gonzalo Plata, Toni Villa, Cristo González, Óscar Plano o, incluso, Sergio León no siempre están eligiendo bien en el momento final. La última decisión del Real Valladolid no siempre es la correcta. ¿Cuántas veces el equipo ha dejado la sensación de no elegir bien el los últimos metros? En todos los partidos hay acciones así y estos son momentos que perjudican al equipo. Queriendo tener muchas ocasiones y esquivando la calidad por tener cantidad, el Real Valladolid tiene muchas oportunidades pero no todo lo claras que se buscan.
Gracias a las superioridades que genera el equipo, el Pucela llega con opciones de remate pero, a su vez, elige mal. Dejando la sensación de querer acumular mucha sensación de peligro y muchas ocasiones, el Real Valladolid no siempre acierta en la última decisión y es ese el punto negativo de un equipo que no tiene acierto, sí, pero que, como siempre, debe analizar el problema por la raíz y no por el resultado que en este caso está en la diferencia entre las ocasiones generadas y los goles anotados.