El fichaje de Iván Sánchez por el Real Valladolid es difícil de comprender. El vestuario no tiene la necesidad de un perfil como el suyo, pero ni el Club ni José Rojo, Pacheta, su entrenador, han renunciado a la posibilidad de incorporar al experimentado atacante de Jaén. Ambos han entendido la operación como una buena opción y lo han hehcho por las cualidades del equipo y la experiencia del entrenador burgalés con el jugador. Si el modelo del Pucela no fuera el actual y Pacheta no estuviera en el Estadio José Zorrilla, el ex del Elche CF o UD Almería, entre otros, no hubiera sido la tercera incorporación pucelana en este mes de enero.
Realmente, esta operación no sería real de no ser por Pacheta. El actual preparado pucelano ha optado por recuperar al jugador y lo ha hecho porque él guarda un buen recuerdo del jienense y porque, a su vez, entiende que es un buen complemento para el estilo de juego del equipo. No es una demanda necesaria, como sí lo era Jon Morcillo, pero sí es una opción de mercado que potencia las posibilidades del equipo y que aumenta las opciones de descaro del juego pucelano.
El actual Real Valladolid es un equipo que está instalado en ser ambicioso y en buscar la portería rival con insistencia. Pacheta aseguró desde el primer instante que su equipo no iba a especular e Iván Sánchez no es un jugador para hacerlo. El de Jaén, pese a llegar con dudas por su estado físico, es un jugador que casa con la idea del burgalés y con el estilo de juego de este Real Valladolid. Siendo un perfil como Toni Villa, ese capaz de salir por fuera y buscar por dentro, el tercer fichaje invernal se siente muy cómodo jugando en la posición de Gonzalo Plata. Sin la velocidad ni el poder de las transiciones del ecuatoriano, Iván suma dominio de balón y elaboración al Pucela. Con un punto diferencial en las conducción, el nuevo jugador destaca por ser descarado, eléctrico y hasta arrogante.
El estilo y el recuerdo
Con desparpajo, atrevimiento y osadia, la llegada de Iván Sánchez estabiliza a Pacheta en su puesto y en el Real Valladolid. No hay dudas con el entrenador burgalés y menos con la aprobación de fichajes tan suyos como éste. Ya no es una cuestión sólo de que coincidieran en el Elche CF y que ambos guarden un buen recuerdo de aquello. Lo que mejor define a Iván Sánchez en el Real Valladolid de Pacheta es el estilo de juego que ha calado en el equipo. En esta intención de ir, ir y seguir intentándolo, Iván es un jugador muy capacitado.
Tiene esa insistencia para buscar la portería rival porque la suya es una vertiente ofensiva y, además, porque su estilo es ciertamente individualista. El de Jaén es un jugador atrevido para encarar y con personalidad para pedir el balón en campo contrario. Tiene arrojo para asumir exigencias y para tomar peso en el equipo. Tiene cuestiones psicológicas que potencian su descaro y atrevimiento. Él lo busca y lo puede hacer de diferentes formas.
Zuro de golpeo, Iván Sánchez es un jugador que se mueve cómodo desde el perfil derecho. Buscando el juego interior, el nuevo jugador blanquivioleta quiere atacar por dentro para buscar la finalización. De buen golpeo, Iván es más goleador que asistente. Determinante en ese juego por dentro, el futbolista no se limita sólo a ese perfil y sabe ofrecer registros en el juego exterior. Válido para ambas bandas, el Real Valladolid adquiere descaro para estos últimos meses de competición. Lo obtiene con un jugador de conducción, regate y finalización que peca de cierto individualismo, ese enemigo en ciertos días pero una bocanada de aire fresco en otros momentos.