El fútbol está lleno de tópicos que han llegado a instalarse en los análisis, aunque tengan poco de real. Durante la temporada he analizado y he opinado sobre esa manida frase que resume todo en «cada partido es un mundo». Es un error. Lo es por concepto y porque no se ajusta a la realidad. Cada encuentro se prepara y está condicionado por el anterior. De la misma forma no es real aquello que tantas veces se escucha y se lee de que el partido se juega sólo en el césped. Supuestamente, nada más influye, todo lo contrario de lo que demostró el Real Valladolid en la visita del Real Oviedo al Estadio José Zorrilla.
La disputa de la jornada 20 en LaLiga SmartBank mostró un Real Valladolid impreciso en ataque y sin confianza. Tras vivir una semana «muy complicada», tal y como aseguró José Rojo, Pacheta, el equipo estuvo influenciado por factores externos al juego. Durante el partido lo demostró pero durante la semana le influyeron. Lo vivido con Gonzalo Plata elevó niveles que superaron al equipo, al entrenador y al Club. Pese a querer apaciguar los nervios con diferentes comparecencias, el equipo notó todo lo vivido y firmó un encuentro discreto y marcado por cierta dosis de fortuna.
Si Pacheta en Huesca no se quiso defender con las estadísticas para argumentar la derrota, la victoria ante el Real Oviedo le devuelven aquella superioridad que no consiguió demostrar en el Alto Aragón. De ser mejor y no ganar a no serlo y quedarse con los tres puntos. El Real Valladolid estuvo impreciso en ataque ante los de José Ángel Ziganda y lo estuvo porque la preparación del duelo estuvo marcada por un hecho extradeportivo que influyó en el equipo como, también, lo hicieron las bajas. Sin Roque Mesa ni el extremo ecuatoriano, el Pucela demostró carencias en el último cuarto y, sin ellos, el equipo no supo encontrar la portería de Joan Femenías como debía.
Más protagonista de lo deseado
La irregularidad en el juego sigue siendo un lastre para el análisis de la temporada pucelana. A nivel de juego y creación de ocasiones, la derrota en Huesca es más completa pero, en esta ocasión, el condicionante en la preparación del duelo es tan importante que el análisis resultadista queda en un lugar más destacado. No se debe entender todo porque el equipo ganó pero sí que se debe ser menos crítico con el juego del equipo porque éste vivió una semana poco futbolística y sí muy extradeportiva.
Un partido de fútbol está condicionado por muchos aspectos. No todo depende de las ganas o de la actitud de un equipo. Éste es un análisis simple del que quiero separar. En estas líneas no busco ni buscaré enfocar el análisis sobre aspectos así pero sí que dada la situación entiendo que en el encuentro ante el Real Oviedo, Gonzalo Plata fue más protagonista de lo deseado.
En aspectos futbolísticos lo fue. Un jugador de su calidad y rendimiento siempre es añorado pero, ante todo, su repercusión fue social. Lo vivido durante la semana condicionó para que no se viera la mejor versión pucelana. A nivel de juego sonrió la fortuna y faltó fútbol, todo lo contrario que en Huesca. En El Alcoraz viendo lo que debilitan los condicionantes externos, al equipo se le debió de pedir más. Ante el Real Oviedo, quizás, no.