Cuatro victorias consecutivas en el Estadio José Zorrilla son un buen bagaje. A nivel numérico lo son y a nivel de juego, también. En las visitas de la Sociedad Deportiva Éibar, Club Deportivo Mirandés, Club de Fútbol Fuenlabrada y Fútbol Club Cartagena, el Real Valladolid fue merecedor de la victoria. Lo fue por ocasiones, juego, evolución y respuestas. Los de José Rojo, Pacheta, ganaron esos encuentros con merecimiento, todo lo contrario de lo que mostraron en Amorebieta y Almería. Pese a que la derrota ante el líder de la categoría está muy contextualizada, lo que quedó claro en los viajes a Bilbao y Andalucía es que el Real Valladolid tiene dos caras: la local y la visitante.
El Real Valladolid es un equipo irregular que carece de fiabilidad y seguridad. Es un equipo capaz de lo mejor pero, también, sin consistencia para ofrecer credibilidad a medio y largo plazo. Actualmente, los de Pacheta son un grupo que pueden hacer un gran partido pero que, en un breve espacio de tiempo, firman una actuación muy lejana de sus mejores registros. Con todo, al Real Valladolid le falta consistencia y regularidad. Sin estos dos condicionantes es imposible que el equipo sea seguro y que, con ello, puede luchar por cualquier reto que tenga que afrontar en la temporada.
Tras 20 partidos oficiales sigue sin ser momento de calibrar al equipo por el ascenso directo o el play off. Aún no toca ese frente. Esa etapa llegará, pero aún queda. Al Pucela se le debe mirar por saber si tiene, primero, ideas y, después, respuestas. De una petición a otra hay sólo un término: ajustes. Desde ellos un equipo se hace fiable y lo es porque mantiene la idea y la seguridad en su plan, todo lo contrario del Real Valladolid. El Pucela, actualmente, no es un equipo fiable porque cualquier ajuste le parece un mundo y cualquier detalle favorable al rival, le debilita.
Buscando poso competitivo
Desde este prisma entiendo la derrota en Huesca. Creo que lo vivido en el Estadio de El Alcoraz no es un partido infame del Real Valladolid. Nada tiene que ver con lo vivido en Burgos (3-0) o Amorebieta (4-1). La imagen del equipo no fue la misma. Ésta no lo fue porque el equipo tuvo detalles de control pero que estos llegaron, muy posiblemente, tarde. El Pucela se vio sorprendido, tal y como aseguró Xisco Muñoz en sala de prensa, y la respuesta a esa sorpresa llegó tarde. Los pucelanos no se esperaban la propuesta inicial de la SD Huesca y cuando quisieron responder ya iban por detrás en el marcador.
Ante un rival muy débil y con una mochila psicológica muy grande, el Real Valladolid adoleció de falta de variantes y, por ello, no aprovechó los momentos de tremenda debilidad de los oscenses. Con una propuesta mal ajustada y con una tardía intervención de Pacheta al duelo, el Pucela mostró dos caras. Castigado por la primera, el Pucela vuelva a dejar detalles muy lejanos a la seguridad, la fiabilidad y la consistencia que demanda un equipo que quiere se protagonista y ganador. Con estos condicionantes se quiere conseguir el ascenso pero, ahora, ese objetivo queda lejos porque el Pucela no reúne los condicionantes para conseguirlo y eso que ha disputado 20 partidos, 19 ligueros y uno copero. Tiempo más que suficiente para tener argumentos y poso competitivo.