«Vamos a cambiar al equipo entero», narró José Rojo, Pacheta, en la previa al estreno copero ante el CD Marchamalo. El entrenador burgalés quería dar una oportunidad a la segunda unidad del equipo y confirmó que las rotaciones iban a ser totales, como así fue. La obsesión por tener a todos los jugadores en dinámica y con la motivación necesaria para la competición hizo que Pacheta sacara a ciertos jugadores de puesto para cambiar los 11 futbolistas. En Marchamalo no quedaba absolutamente nada del equipo que ganó (2-0) al Fútbol Club Cartagena y, claro, al equipo le costó mucho.
No es cuestión de liberar de presión al equipo ni limar un ápice al mal encuentro pucelano en tierras alcarreñas, pero sí que hay que entender el arma de doble filo que generan rotaciones como estas. Centrándome sólo en el once titular del Real Valladolid, éste ofrecía los primeros minutos de un jugador que sale de una lesión de larga duración y un importante elenco de jugadores lejos del mejor momento de forma y, por supuesto, del estado de confianza idóneo. Querer dar minutos al mayor número posible de jugadores generó que Kike Pérez o Anuar Tuhami jugaran fuera de puesto. Ilógico y contraproducente.
Creyendo que regalar minutos en una demarcación lejana a la que invita a pensar en el mejor rendimiento de cada jugador es un error, el Real Valladolid estuvo muy condicionado en el duelo. No es excusa, pero sí un condicionante para entender parte del rendimiento pucelano en la primera ronda copera. El equipo no estuvo bien y hay que entender por qué. Descartando opciones que señalen la falta de profesionalidad del equipo o la falta de ambición del grupo, rotar tanto como lo hizo Pacheta es un arma de doble filo, independientemente de la categoría del rival.
Variantes de nivel
Obviamente, los actuales suplentes del Real Valladolid, entre los que están un lateral como Lucas Olaza, un central con la jerarquía de Kiko Olivas, un centrocampista como Rubén Alcaraz, un delantero como Cristo González y dos ex del Promesas como Kike Pérez y Anuar Tuhami, están más que capacitados para superar a un rival de la categoría del CD Marchamalo. No hay dudas de su superioridad pero ésta es una superioridad individual y no colectiva. Esa «fuerza grupal» que Pacheta destaca de su equipo en LaLiga SmartBank ha costado mucho conseguirla. Ha tardado semanas y muchos minutos de juego, uniones, sinergias. Sí, «sinergias».
La debilidad y falta de consistencia que este Real Valladolid tuvo en partidos como ante el Real Zaragoza, Burgos CF o Club Deportivo Tenerife confirman la necesidad de tiempo y de evolución de los estados de forma y de confianza de los jugadores. El mencionado «proceso». El Pucela ha crecido mucho para llegar al estado actual pero, obviamente, sólo lo ha conseguido en LaLiga. Sin querer señalar ni destacar las vitolas de titulares y suplentes entre el equipo, sí que es importante limitar entre el Real Valladolid liguero y el copero y en cómo quiere Pacheta afrontar esta Copa del Rey.