El peaje y el lastre de la temporada pasada existe en el Real Valladolid. Se le puede dar más o menos relevancia, pero existir, existe. El descenso, la disminución de potencial y confianza de cada jugador y las brechas que dejó la pérdida de categoría en el equipo y en el vestuario son fundamentales para analizar muchos aspectos de la presente temporada. Sobre ella ha tenido que trabajar en actual Pucela y sobre ellas está consiguiendo grandes éxitos. Duelos como el vivido ante el Fútbol Club Cartagena en el Estadio José Zorrilla confirman dos aspectos fundamentales para los de José Rojo, Pacheta.
El Pucela, como cualquier equipo que quiere estar dentro de un objetivo de ganar un porcentaje superior al 60% de los partidos, debe tener alegría y mostrar un rostro ganador. El Real Valladolid, en su estadio, ya tiene esa cara. Lo está consiguiendo. Los números así lo dicen, pero las formas en las que se consiguen las victorias, lo confirman. Los de Pacheta tienen convencimiento en sus objetivos y, así, el vallisoletano es un equipo ganador en el Estadio José Zorrilla. ¿Por qué lo es? Porque tiene una idea, porque mejora jornada tras jornada y porque juega con cierta alegría.
El mencionado «proceso» de Pacheta ha calado en su vestuario. Ha costado, sí, pero ha llegado a la mente de sus jugadores y, con él, el equipo está convencido de lo que busca. Los vallisoletanos saben qué necesitan y, además, el juego se lo demuestra con importantes victorias. Desde ellas, el Pucela se siente cómodo y con ellas el Real Valladolid está creciendo mucho. A comienzos de temporada éste era un equipo endeble e irregular. Le costaba imponer su juego porque, entre otros aspectos, estaba inseguro. Ahora, no. El vestuario confía mucho más en lo que hace y lo consigue desde el convencimiento por la idea y la alegría que esta propuesta genera en los jugadores.
Merecida y corta victoria
Confiando en el camino y dando veracidad al «proceso», el Real Valladolid evoluciona y se muestra alegre. Lo está por ese arraigo que hay con el compañero, con el modelo, con el cuerpo técnico, con la temporada… Los resultados generan empatía, unión y fidelidad y el Real Valladolid lo ha conseguido pero no sólo por ganar. No es tan importante el qué como el cómo. Pacheta y sus jugadores han tenido varias oportunidades para romper con lo establecido pero no han querido. Han creído en su idea y han apostado por ella.
En fases de dudas, el Pucela se ha mostrado seguro y desde esa seguridad, se ha dado fuerza al modelo y éste ha generado resultados. Las victorias, obviamente, facilitan el camino y el Real Valladolid, en esa andadura, ha sido tan fuerte, convincente y seguro como se mostró ante el FC Cartagena. En un duelo que tuvo fases de dominio de ambos conjuntos, el Pucela creyó en su idea y terminó siendo mejor.
Creyendo que el proceso es aplicable tanto a la temporada como a un duelo, los de Pacheta firmaron un encuentro de evolución que terminó con una merecida pero corta victoria. Los goles de Shon Weissman y Gonzalo Plata, en acciones soñadas por el cuerpo técnico, fueron cortos por los merecimientos de un equipo que cree en lo que hace y que, poco a poco, demuestra que además de confiar y creer en lo que trabaja se divierte haciéndolo.