En el mundo del Real Valladolid hay dos términos que están muy presentes esta temporada. ‘Pachetista’ o ‘pachetismo’ son conceptos por los que se examina y con los que se pregunta a muchos de los aficionados pucelanos y ambos tienen que ver con el convencimiento sobre el entrenador burgalés, el cual existe conmigo. Ahora y antes de llegar a Valladolid. La idea y el discurso de Pacheta son claros y éste aboga por inculcarlos tanto a sus jugadores como al entorno. Con muchas de sus ideas ya intrínsecas a la temporada 2021/2022, la derrota (3-1) ante la Unión Deportiva Almería señala al propio cuerpo técnico y, obviamente, a su máximo responsable: Pacheta.
Creo, tal y como he defendido este lunes en Radio Marca Valladolid y basándome en el análisis de la derrota que había escrito ya en estas líneas, que Pacheta no analizó el partido por los últimos minutos del primer acto y, por ello, su lectura fue errónea o tardía. Según se quiera ver. En un entrenador como él, que ha repetido en varias ocasiones que siempre va a por un gol más, no entiendo que su primera intervención y movimiento de banquillo se produjese tras el empate. En ese momento, la balanza ya estaba desnivelada y él hizo la lectura que, posiblemente, pedía el partido en el descanso. Con todo, creo que Pacheta se equivocó en ser resultadista y mirar al colchón que tenía por el gol anotado.
La ventaja en el marcador hizo que no leyese bien la inferioridad numérica y, por supuesto, la tendencia del juego, aquélla que Rubi potenció con el doble cambio realizado en el descanso. El entrenador de la UD Almería estaba convencido de lo que necesita el partido y de lo que quería su equipo y se lo dio desde su primera intervención. El catalán tomó cartas en el asunto y desniveló el partido aprovechando la inercia del juego. A Pacheta, por el contrario, le costó más. Fruto de esas dudas para intervenir, el Real Valladolid sufrió como lo hizo en la segunda parte por adecuarse tarde a sus necesidades.
Error en las herramientas
Creyendo que el equipo se supo adecuar a lo que pedía el partido entre el primer y el segundo gol, tiempo en el que Shon Weissman y Sergio León ya estaba fuera del terreno de juego, las herramientas con las que Pacheta quiso proponer en el inicio de la segunda parte no fueron las mejores. Ésta no es una sensación por el resultado y sí por el mensaje que se mandó. La expulsión de Óscar Plano generó un desajuste en el esquema del equipo que éste solventó aguantando y achicando hasta el descanso.
El paso por vestuarios debía llevar al Real Valladolid a adecuarse al escenario al que entendía Pacheta que se iba a encontrar su equipo pero éste sólo preparó al equipo para ese guión con el empate ya en el marcador. Cierto es que no es sencillo retirar a la vez a los dos delanteros titulares del equipo, tal y como hizo en el minuto 57, pero éste era un movimiento y, sobre todo, un reajuste que la situación pedía antes de que la UD Almería empatase el partido.
Un entrenador con una idea y un discurso muy seguros y que se muestra seguro de vivir lejos del resultadismo sabía que el partido iba a ir por los derroteros por los que transcurrió, y fueron aquellos para los que el Pucela sólo supo estar preparado y responder tras el empate en el marcador y no tras el descanso o, incluso, tras la expulsión de Óscar Plano. De una forma u otra, Pacheta falló en no saber dar al equipo las herramientas que éste necesitaba para la segunda parte y en «una oportunidad desaprovechada».