La visita y derrota (3-1) del Real Valladolid al Estadio de lo Juegos Mediterráneos de Almería ha dejado dos versiones del equipo de José Rojo, Pacheta. Una ganó, pero sólo duro 35 minutos. La otra fue superada en la segunda parte, perdió y encajó tres goles. En ese análisis hay una fase de diez minutos ausente y es aquélla que corresponde a la fase final de la primera parte. En esos poco más de 10 minutos, el Real Valladolid comenzó a ver forjado su cambio y su caída en el partido. La expulsión de Óscar Plano fue capital en esas dos versiones del equipo blanquivioleta, obviamente, pero no fue el único detalle que creó el cambio.
En determinados momentos del partido al Real Valladolid se le vio falto de personalidad y carisma. Estaba con uno menos, sí, pero pareció asumir muy pronto la derrota. Daba por hecho que no podía hacer nada y que el camino de perder estaba asumido. Ese cambio de mentalidad llegó con la expulsión del ’10’ pucelano, sí, pero también con la falta de personalidad que provocó la pérdida de Jawad El Yamiq. La lesión del ’15’ supuso un cambio de tendencia en la propuesta del partido que, obviamente, potenció la expulsión de Óscar Plano.
El duelo se define por esos segundos que transcurren desde la lesión del central marroquí y la expulsión del ’10’. Es una porción muy pequeña del partido, sí, pero es un momento crucial para entender todo lo que cambió. Con un jugador menos es difícil poder imponer tu idea, es verdad, y más si se tiene que hacer ante un líder en racha positiva y en su estadio. Obviamente, la tarea pucelana tras la expulsión de Óscar Plano era muy difícil pero lo fue más al saber que falta una pieza importante y un protagonista que suma mucho de lo que necesita actualmente el Real Valladolid.
Un peso contrastado
La personalidad y el carisma que impone Jawad El Yamiq al equipo es capital. Está en un buen momento de su carrera y ya se ha sentado entre las prioridades del cuerpo técnico. Pese a los condicionantes que pueda ofrecer, el marroquí, si está bien, es capital para Pacheta. Por ello, y pese a estar concentrado con su selección en la semana previa al duelo, el entrenador burgalés no dudó en darle la titularidad. Su estado y su protagonismo son capitales para el equipo, tal y como se demostró en el partido.
El condicionante de la expulsión va de la mano con la ausencia de Jawad El Yamiq porque un hecho y otro generaron que al Real Valladolid le faltase liderazgo, personalidad y fuerza para entender qué debía hacer. Con casi una hora en inferioridad en casa del líder, los de Pacheta adolecieron de esa arrogancia y confianza que Jawad El Yamiq impone sobre su equipo. Desde ella, el Pucela ha crecido y se lo ha creído, aquéllo que no mostró en un campo difícil, sí, pero con una personalidad cuestionable y una confianza dudosa.