No hay duda. El Real Valladolid de José Rojo, Pacheta, esta en el mejor momento de la temporada. Las victorias (0-2) en Leganés y (1-2) en Gijón consiguieron hacer buena la imagen mostrada en el empate (1-1) ante la UD Ibiza y confirmar el ansiado «proceso» que tanto menciona el entrenador burgalés. Ésta es la mejor fase de juego y resultados del equipo blanquivioleta porque el Pucela y su entrenador han conseguido entender qué necesitaban y cómo debían buscarlo. El equipo ha focalizado el «proceso» tras entender las etapas de crecimiento y los ajustes que debía hacer.
Como he asegurado en la crónica de ElDesmarque Valladolid a la victoria (2-0) sobre la Sociedad Deportiva Éibar, el Real Valladolid está y puede estar contento porque «está haciéndose, está madurando, está evolucionando y está mejorando». Por ese orden. Los pucelanos están en un buen momento porque se están ajustando y detallando. Entre tantos términos con los que se define y analiza al equipo blanquivioleta y su estado de forma, el que más y mejor le define es el de ‘ajustes’. El Real Valladolid sigue ofreciendo margen de mejora pero cada semana se muestra más ajustado y, por lo tanto, más fiable.
Desde esos ajustes, el Real Valladolid tiene mayor control sobre las circunstancias del partido. En esta ocasión, y con la visita de un rival como la Sociedad Deportiva Éibar, el Pucela supo sufrir. En esa fase de inferioridad, los de Pacheta se reforzaron y consiguieron hacer el partido largo. En duelos de 90 minutos y de fases finales, este equipo, que está cada semana más ajustado, tiene mucho que ganar. Lo tiene porque ofrece muchos registros en los 90 minutos gracias a los sustitutos de nivel que tiene y a la gestión que Pacheta está haciendo de ellos.
Desde los ajustes
Siendo el mejor equipo de la categoría en los segundos 45 minutos, los ajustes hacen crecer mucho al Real Valladolid y, así, las segundas partes y la última media hora son las fases de mayor influencia de los pucelanos. Toni Villa, Kike Perez, Fede San Emeterio, Lucas Olaza y Cristo González. Estos han sido las sustituciones vallisoletanos en el duelo ante los armeros y pese a que ninguno esté en su mejor momento, todos son activos de nivel y envergadura para hacer crecer al equipo en el duelo y conseguir que los avances y los ajustes sean determinantes en el «proceso», primero, y en el resultado, después.
Con una plantilla de nivel, una buena gestión desde el banquillo y una potenciación de los mejores estados de todos los jugadores, el Real Valladolid crece, mejora, evoluciona y se potencia. Lo hace desde lo ajustado que comienza a estar. Pese a ser un equipo que aún tiene margen de mejora, la fiabilidad crece porque el equipo comienza a tener todos esos ajustes que cualquier entrenador demanda y que Pacheta está consiguiendo en el «proceso» de la temporada pero, también, en el proceso del conocimiento y adaptación de él a los jugadores y de los jugadores a él. Rozando ya el conocimiento total entre ambos, los ajustes y los detalles se hacen determinantes en un Real Valladolid que crece y crece. En todo.