Las temporadas cambian y evolucionan mucho, tanto como los jugadores. Ser titular en las primeras jornadas no asegura nada, como tampoco lo hace estar en una posición privilegiada en el equipo en la época de Navidad. La evolución y variación de los roles es constante en una temporada pero, ahora, y en lo que al Real Valladolid de José Rojo, Pacheta, se refiere, el centro del campo tiene dos nombres propios. El fútbol del entrenador burgalés se define a finales del mes de octubre desde la unión entre Álvaro Aguado y Roque Mesa. Dos jugadores de perfil ofensivo están protagonizando el juego pucelano en el mejor momento de la campaña.
Victorias como las conseguidas en Leganés (0-2) y en Gijón (1-2), además del empate (1-1) y la buena imagen ante la UD Ibiza tienen en su base la pareja formada por el ’16’ y el ’17’, jugadores que en las primeras tres jornadas no coincidieron porque Aguado sustituía a Roque Mesa en la segunda parte. El avance de la temporada ha sentado muy bien al jienense y, también, al gracanario. Así, el crecimiento de minutos de Aguado ha llevado, por causalidad, al mejor estado de forma de Roque Mesa.
Ambos son ahora parte determinante de la propuesta de Pacheta. El fútbol del Real Valladolid se define desde ellos porque ellos, a su vez, hace un juego muy concreto y determinado. Alejados de perfiles físicos, de contención, del mal llamado «músculo» y del trabajo posicional, el cuerpo técnico ha encontrado a los dos jugadores que más y mejor pueden definir el estilo «vertical, protagonista y de campo contrario» que tantas veces ha vendido Pacheta. El entrenador burgalés siempre se ha mostrado seguro de formar un Real Valladolid con identidad y con carácter ofensivo y en todos esos rasgos, Álvaro Aguado y Roque Mesa son capitales.
Lo son porque inyectan mirada ofensiva al equipo. Con ellos en el terreno de juego, el Real Valladolid busca vivir en campo contrario y llegar al área rival a la mayor brevedad posible. Tanto uno como otro buscan ser vertical y dotar al equipo de presencia en los metros finales. Siendo jugadores de último cuarto de campo, Pacheta ha creado un Real Valladolid directo, protagonista y polivalente. El actual Pucela, sin estar en su mejor momento ni haber rozado su techo de crecimiento, ha mejorado mucho y lo ha hecho desde las variantes de juego que ofrecen ambos jugadores.
Tanto uno como otro son centrocampistas con muchos recursos con el balón y sobre el balón. Pueden crear con posesiones largas porque pese a su perfil son activos con grandes estadísticas en robo e interceptación de balones. Roban para seguir construyendo y para ofrecer posibilidades de velocidad de juego. El Real Valladolid con ellos es vertical y veloz porque es imprevisible. El centro del campo ofrece registros desde la posesión pero, también, desde la conducción, por ejemplo. Éste es un equipo que genera con diversidad de criterios y que lo hace porque tiene un doble pivote de muchas variantes.
483 minutos de unión
Los elogios al Real Valladolid son necesarios, de la misma forma que lo son para la pareja de centrocampistas que dirige al equipo. Sorprendentemente, mandan sobre el juego del Real Valladolid porque ofrecen lo que necesita el equipo ahora. En un momento determinante en la temporada y en los objetivos del equipo, el Pucela tiene velocidad de juego y construye desde los protagonistas del doble pivote pero no desde zonas de doble pivote. Éste es un matiz capital para comprender aspectos de verticalidad, velocidad y variantes que ofrece el equipo. Los de Pacheta lideran y crean con variantes en el juego y con alternativas en la propuesta.
El perfil de Roque Mesa y Álvaro Aguado era determinado y, en un principio, chirriaba pero han demostrado, en los 483 minutos que suman juntos en el centro del campo, que ambos son útiles, validos y muy necesarios para el momento que vive el equipo en este mes de octubre. Con ellos el Real Valladolid es protagonista, tiene arrojo y personalidad porque ellos, como jugadores, destacan siendo protagonistas desde el arrojo y la personalidad que siempre han mostrado en el campo. En los buenos y en los malos momentos. En Zorrilla y fuera de Valladolid.