El Real Valladolid está creciendo en las últimas semanas. El equipo de José Rojo, Pacheta, ha evolucionado en las últimas jornadas y lo ha hecho por la potenciación de diferentes jugadores. Nombres como Álvaro Aguado, Shon Weissman, Óscar Plano o Roque Mesa han tomado galones. Se muestran en un momento óptimo de sus cualidades, pero no todos son buenas noticias. Kiko Olivas, por ejemplo, no está en su mejor estado ni está ofreciendo su mejor rendimiento. El ‘4’ está en horas bajas, y no es el único. Analizado expectativas y el cumplimiento de estas, Lucas Olaza es, sin duda, el jugador que peor está saliendo parado en la actualidad del Real Valladolid.
No es cuestión sólo de sus dos últimos partidos sino de toda la temporada. Desde el inicio de la competición en LaLiga SmartBank, Lucas Olaza está siendo muy analizado y muy pocos de esos exámenes han salido positivos. ¿Por qué? Ahí está la pregunta más importante y necesaria en el seno del Estadio José Zorrilla. ¿Tan mal está el uruguayo? Creo que ésta no es una pregunta que deba ser respondida por un ‘sí’, y menos ahora. Lucas Olaza, actualmente, es analizado y criticado por el gol de Cristian Herrera en el empate (1-1) ante la UD Ibiza. En ese duelo, el ’21’ quedó señalado por un error de centímetros y de minutos.
Siempre he creído que dar entrada a un lateral es complicado y más en un equipo que quiere vivir en campo rival y que deja metros a su espalda. Entrar en un encuentro muy avanzado, como fue el caso de Lucas Olaza en la undécima jornada, obliga a unas respuestas inmediatas que un jugador, quizás, no puede ofrecer. Los minutos de juego son los que dan rápidas respuestas y los que ofrecen seguridad en esos centímetros que son diferenciales. Esa participación en concreto señaló a un jugador que no creo que esté mal, pero que no está siendo diferencial y es ese el principal problema.
Un perfil concreto y necesario
Creo, como así aseguré el pasado mes de enero, que Lucas Olaza era la mejor opción para solucionar el problema que el Real Valladolid tenía en el lateral izquierdo. Por calidad, perfil y experiencia, el ex del Celta de Vigo era el jugador idóneo. Meses después, con el descenso de categoría, la realidad era de incumplimiento de expectativas. El jugador tardó poco en ser uno más en el equipo y en aclimatarse a la mediocridad del equipo de Sergio González. Pese a ello, esta temporada se entendió su permanencia en el equipo como una gran noticia.
Sabiendo de su calidad, verle en LaLiga SmartBank era una enorme alegría para el entorno y una inmejorable herramienta para Pacheta. Nuevamente, las expectativas eran altas sobre el jugador y es por ello que las críticas y las exigencias son tan elevadas en la actualidad. Se mira al uruguayo como ese jugador de LaLiga Santander, de calidad y punto diferencial que está pasando desapercibido. Lucas Olaza en el Real Valladolid no está para ser uno más y siempre se le mira como un activo que debe ser determinante. Así se le catalogó a su llegada y así se le vio en verano. Ambas son herencias que aún arrastra.
Sin cumplir las expectativas, se considera que el jugador está mal y ésta es, para mí, una lectura errónea. Como analicé tras la victoria (1-2) en el Estadio de El Molinón, con 12 jornadas ya se pueden obtener ideas «concluyentes» y, obviamente, se pueden hacer sobre Lucas Olaza. El ’21’ estaba llamado a unos registros que no está ofreciendo y por ello se entiende que no está bien cuando, quizás, no es del todo cierto.
No es diferencial y, por ello, se entiende que está mal, pero no es así. No debe ser así. Sin cumplir las expectativas ni el rol asignado, cualquier jugador está señalado y es lo que le ocurre a un lateral izquierdo que no está del todo bien, sí, pero que no está tan mal sobre un rendimiento objetivo y natural en un jugador que ha vivido en los últimos meses todo lo que el uruguayo ha digerido.