El Real Valladolid de José Rojo, Pacheta, se está definiendo en las últimas semanas. Están tomando peso diferentes jugadores y algunos de ellos se están mostrando como futbolistas capitales e importantes en los planes del entrenador burgalés. La dupla ofensiva entre Shon Weissman y Sergio León es ya una parte importante del esquema pucelano. Mucho del juego y, por el momento, de la propuesta pucelana llega desde esa pareja formada por el ‘7’ y el ‘9’. A ellos se suman otros nombres propios como Robeto Jiménez, Luis Pérez, Roque Mesa, Óscar Plano y, sobre todo, Álvaro Aguado.
El del jienense es el verdadero nombre destacado de la temporada del Real Valladolid. Lo es por rendimiento y resultado pero, también, por sorpresa. Nadie se esperaba ver al ’16’ con un peso capital en el equipo, y el jugador se lo ha ganado por juego, calidad, confianza, rendimiento pero, ante todo, por insistencia en jugar en el Estadio José Zorrilla. Así resulta imposible no alegrarse de todo lo bueno que le ocurra el centrocampista en el mundo blanquivioleta.
Analizando su juego, Álvaro Aguado ofrece a la propuesta de Pacheta mucha verticalidad, conducción, capacidad para superar líneas rivales, finalización, derroche defensivo y, con todo, frescura y velocidad de juego. El jugador está en el mejor momento de su carrera. Se siente bien y se ve recompensado con el equipo en el que él quiso estar y por el que él ha apostado. Lo hizo este verano y lo intentó, también, en sus primeros meses en Zorrilla. Ahora, por suerte, y pese a tener una etiqueta clara antes de iniciarse la pretemporada, Aguado se ha encontrado con un cuerpo técnico abierto y que no está atrapado por los estigmas.
Empatía
Pacheta, como en su momento Sergio González, no veía al jugador hecho para el Real Valladolid y sus exigencias, pero le dejó que se mostrara para analizar esa muestra de posibilidades sin frenos. Así, el actual cuerpo técnico entendió quién era Aguado, que podía sumar y cuánto de importante podía ser para el Club. El cuerpo técnico del burgalés se preguntó por qué el jugador quería estar en Valladolid como él tanto anunciaba y, así, encontró un activo de nivel, calidad y rendimiento. Sin estereotipos ni mochilas, Aguado se descubrió y se ha convertido en un jugador diferencial para el equipo y en ese activo que genera alegría tras la empatía que se consiguió tener con él.