Tras perder (1-0) en el Estadio de Montilivi, José Rojo, Pacheta, argumentó que se marchaba de Gerona con «sensaciones más positivas» que en los últimos partidos y, ciertamente, es verdad. El equipo no estuvo bien, pero sí que ofreció más que en la derrotas (3-0) ante el Burgos CF y (0-2) ante el Club Deportivo Tenerife. Obviamente, es insuficiente pero sí que es un pequeño paso que necesita el Real Valladolid. De no ser por el gol de Cristian Stuani, el Pucela podría haber cerrado esta sexta jornada de LaLiga SmartBank con un pequeño punto de inflexión. Podría.
Durante toda la semana previa al enfrentamiento ante el equipo de Míchel Sánchez llevo pensando en el símil del Real Valladolid y el boxeador que roza el noqueo. Sin ser aficionado en este deporte, sí que entiendo que cuando un púgil está contra las cuerdas le toca empezar de cero. Son pequeños momentos dentro de un mismo combate. Si el rival le tira a la lona y no lo noquea, el propio boxeador duda. Tiene momentos de incertidumbre en los que se pone a prueba su capacidad de respuesta. Tras levantarse de la lona, el boxeador no está para tomar el control del combate. Sólo puede exigirse crecer en los siguientes minutos. La prioridad no es tomar el control y sí no volver a caer.
Esa evolución es, en parte, lo que se puede demandar al Real Valladolid actualmente. Los pucelanos deben formar una identidad que, por el momento, no tienen y lo deben hacer desde pequeños pasos y confirmaciones. Por ello, lo visto y realizado en el Estadio de Montilivi es insuficiente, sí, pero es un pequeño paso para la reconstrucción del equipo. Ganar un duelo con solvencia no cerraría las heridas del equipo ni, tampoco, haría olvidar sus carencias. Estas siguen existiendo y van a estar presentes durante varias semanas. No se pueden eliminar de un plumazo y sí semana a semana, partido a partido y de forma progresiva.
Piedra a piedra
En cualquier momento de crisis o dudas, siempre recuerdo la victoria (4-0) que el Real Valladolid de José Luis Mendilibar consiguió en la temporada 2009/2010 ante el Deportivo de la Coruña. Eran todo dudas en el Estadio José Zorrilla y aquélla goleada dejó la sensación de haber cerrado todas las heridas, pero nada más lejos de la realidad. Este Real Valladolid, como aquel, necesita crecer desde la credibilidad de tener un camino, unos protagonistas y un líder, y todo esto tarda en aparecer.
Estos son conceptos que cualquier equipo demanda pero, ante todo, que necesita un grupo en construcción o recuperación. El Real Valladolid debe crecer y evolucionar semana a semana para conseguir todo aquello que quiere para ser lo que en fases de las primeras tres jornadas sí fue. Esas primeras jornadas no mostraron un Real Valladolid hecho y maduro pero sí un Pucela que creía en parte en sus argumentos y armas.
Ahora, la debilidad es la mayor expresión de un equipo que está en la lona y que necesita tiempo para asimilar los golpes que está recibiendo, que lo tienen casi noqueado y que le obligan a volver a empezar para colocar piedra a piedra la estructura de lo que quiere que sea este dubitativo Real Valladolid que para imponer cuestiones futbolísticas debe afianzar detalles psicológicos y de grupo.