«El debate del esquema yo no lo voy a abrir», ha asegurado José Rojo, Pacheta, en dos ocasiones en sus últimas ruedas de prensa. El entrenador del Real Valladolid no quiere centrar ni focalizar nada sobre el dibujo que viene utilizando el equipo en este inicio de LaLiga SmartBank. «Se han ganado campeonatos con todos los esquemas», ha narrado. Seguro de que los tres centrales y los dos carrileros en lo mejor para el equipo en este momento, el preparador burgalés no se quiere centrar en las piezas porque sabe que ese no es el problema.
La carencia pucelana, obviamente, es mucho mayor de lo que puede entramar un sistema. El Real Valladolid tiene un problema de confianza y creencia en su juego y en su propuesta. Sea el esquema que sea. El lenguaje corporal del equipo en los partidos es preocupante porque nadie parece tener las respuestas ni las ideas para saber ejecutar lo que el grupo trabaja semana a semana. Creyendo que el principal problema blanquivioleta es psicológico y no futbolístico, los pucelanos parecen estar muy lejos de encontrar la solución a sus problemas.
En la previa a esta sexta jornada, Pacheta aseguró que el equipo debe crecer desde las individualidades por y para el equipo. El Real Valladolid necesita crecer en confianza y en ideas. En ese orden. Sin saber de lo que un jugador es capaz, es imposible que ese futbolista sume por y para el equipo y éste está siendo el problema pucelano. Pacheta no tiene a ningún jugador que crea en sus posibilidades y cualidades. Sin confianza en saber qué puede ofrecer, el equipo se rompe por falta de madurez, ideas y liderazgo.
Problemas mayores
Son estos tres detalles los que marcan la actualidad del Pucela. Sin lideragzo, el equipo se rompe. Psicológica y futbolísticamente. Llega a ese punto de ruptura y división porque el equipo no tiene ideas de juego ni personalidad para imponer su estilo, aquél en el que no cree al 100%. Lejos de esa arrogancia y seguridad que necesita cualquier equipo, los de Pacheta están muy lejos de su mejor estado, forma y cualidades. Alejados de todo ello, el último de los problemas del equipo es el sistema. Podría jugar con tres centrales, con dos carrileros largos, con dos laterales, con mediapunta o con delanteros. Los problemas y las carencias serían las mismas.
El Real Valladolid no es un equipo equilibrado ni conjuntado ni, tampoco, sabe correr con balón ni aprovechar las posibilidades de verticalidad desde el juego exterior. Obviamente tiene problemas de juego y futbolísticos, pero porque todo empieza con un equipo débil, desestructurado y sin confianza en lo que propone ofrece y se exige. Ahí está el problema y el miedo de un Real Valladolid que suma tres derrotas pero que, como con el esquema, ese es el menor de sus problemas. El gran problema pucelano es cómo se han llegado a ellas y por qué.