Siempre he creído que cuando un equipo afronta un duelo debe entenderlo dese cuatro principios. Son las cuatro patas que marcan un planteamiento. Entiendo que 11 jugadores deben saltar al terreno de juego sabiendo qué quieren hacer con el balón, cómo quieren vivir sin él, qué deben hacer tras el robo y cómo deben actuar tras la pérdida. Personalmente, creo que son principios igual de importantes y exigencias que se deben tener en cualquier duelo. El Real Valladolid, a estas alturas de la temporada, tiene muy claros algunos de estos cuatro principios pero, otros, en cambio, los tiene totalmente descontrolados.
En muchos momentos de estas primeros cinco jornadas, José Rojo, Pacheta, ha asegurado que al equipo le faltan ajustes. Señalaba a estos detalles como capitales para entender los bajones del Real Valladolid pero, en realidad, el problema blanquivioleta es mucho mayor. El equipo no sabe, no tiene asimilado o no comprende alguno de los principios que entiendo que debe tener un equipo para afrontar un partido. Desde esa desinformación, los pucelanos se rompen, muestran debilidad y se desintegran, dejando una sensación de inseguridad y falta de ideas muy preocupante.
En la dura derrota (3-0) en Burgos, el Real Valladolid tuvo muchos problemas en todas las líneas. El análisis de aquel partido fue rotundo y claro, pero el fondo sigue presente. Una semana después, los errores globales eran otros, sí, pero la base y el punto de partida era el mismo. Al equipo le cuesta mucho ordenarse sobre el balón tras la pérdida o el robo. En esos segundos que existen sobre el cambio de poseedor, el Pucela es vulnerable. Tras ellos se generan los errores y los detalles que cuestan caros, pero todo desde unos conceptos globales que son capitales y que el Pucela no tiene asumidos al 100%.
Necesaria mentalización
Por fechas, al Real Valladolid le falta trabajo. Es normal. El problema, para mí, no está en ese margen de crecimiento que tiene el equipo y sí en la mentalización y concienciación que demanda la situación. Los de Pacheta se pueden estar rompiendo a nivel de convencimiento por esos detalles del juego que son capitales y esos ajustes que no llegan por una carencia global en un aspecto que es capital. El problema blanquivioleta no es menor. Después de dos partidos como los dos últimos, el juego confirma que los pucelanos tiene una carencia importante que es la que desajusta al equipo y no al revés.
Los desajustes del equipo llegan por esa falta de ideas que tiene el equipo en los segundos posteriores a la pérdida o el robo. Perdiéndolo, el equipo no sabe qué hacer. No entiende si debe saltar a la presión o si debe dar un paso atrás. De la misma forma, ocurre en muchas ocasiones cuando lo roba. No entiende dónde debe hacer el pase de seguridad o cómo de ambicioso debe ser en su primera intervención. La ejecución de estas ideas son capitales y no simples detalles.
Con todo, el Real Valladolid tiene un problema grande y lo tiene en cuestión de ideas y principios determinantes para el modelo de juego que quiere ofrecer Pacheta. El burgalés sigue convencido de dar con la tecla y conseguir todo aquello que prometió y que ha conseguido en otras etapas de su carrera pero, realmente, el equipo pide tener más claras las ideas y los principios básicos. Desde ellos se crecerá y se tendrán controlados todos los aspectos del juego, incluidos los detalles que parecen tan determinantes. Parecen.