Hasta el entrenador menos expresivo en sus comparecencias tiene una o dos frases que resumen muy bien cómo ve el fútbol y cómo quiere exigir en él. Abel Resino, alejándome un poco de la realidad pucelana, tenía su resumen de cómo entendía el fútbol. Sergio González, acercándome más a la actualidad, analizaba todo desde los tópicos y en un trabajo centrado «en la mejor versión» del rival. Entre el de Toledo y el catalán estuvo Miroslav Djukic al que siempre recuerdo por su sentencia de que uno es «tan bueno o tan malo» como dice su «último partido». Centrado en el corto plazo, el entrenador serbio usaba una frase que, ahora, resume muy bien la realidad del Real Valladolid de José Rojo, Pacheta.
Los pucelanos, tras la derrota (3-0) en Burgos, son un equipo débil, sin confianza y desprotegido. Las sensaciones que dejaron en los primeros tres partidos, irregulares pero mucho más positivas que en El Plantío, son ya imágenes y recuerdos borrosos. Todos están marcados por el mal partido del equipo en el derbi regional. La propuesta, la ejecución y la respuesta en el duelo ante los burgaleses es muy negativa para la imagen de un equipo que va a ser examinado en las próximas semanas, y no sólo en el duelo ante el Club Deportivo Tenerife de este domingo.
Como en la vida, en el fútbol la buena imagen cuesta muchas semanas conseguirla, pero perderla es sencillo. Cuestión de un pequeño detalle o un mal día. El Real Valladolid no supo estar a la altura en el encuentro ante el Burgos CF y esa es una imagen que va a costar que se elimine. No será suficiente un gran partido este domingo ni, incluso, una enorme goleada. La etapa de Luis César Sampedro en Zorrilla demostró que todo lleva un proceso y que determinados partidos no deben tapar las carencias mostradas en el pasado más reciente. No es real vivir de goleada en goleada.
Doble mirada
El Real Valladolid necesita forjar su camino. Debe recuperar ciertas de las credenciales perdidas en Burgos y generar unas nuevas. Con lo mostrado en los primeros tres partidos no es suficiente. Pese a la personalidad del equipo en la victoria (0-2) en Lugo, al Pucela se le va a exigir mucho más que en esos primeros 270 minutos. Se le va a pedir más porque se le puede pedir más y porque todo objetivo ambicioso se consigue con la mayor de las exigencias.
Ante ello, en las próximas semanas se va a examinar al equipo y al cuerpo técnico. Se va a mirar con lupa al equipo y a los jugadores pero, a la vez, se mirará de reojo a Pacheta. El burgalés, obviamente, es uno de los grandes responsable de lo vivido en Burgos. Con un triple error sobre el encuentro en el Estadio de El Plantío, su figura se ha visto tocada. Sigue manteniendo, obviamente, seguridad de ser lo que necesita el Real Valladolid pero, también, será examinado y exigido en las próximas semanas.
El cuerpo técnico debe dar con la tecla en muchos aspectos. Aún le falta unión y comprensión con los factores que más y mejor van a sacar el rendimiento de los futbolistas y, por ello, las próximas semanas son cruciales para asegurar la unión entre plantilla y cuerpo técnico. Estando los dos señalados tras el encuentro en Burgos, las miradas se van a centrar, primero, en la plantilla.
Es ésta y varios de sus integrantes los más desprotegidos y exigidos en estos próximos días. El descenso de la temporada pasada y cómo se produjo sale a relucir en momentos como éste. Por ello, los tres próximos encuentros son capitales. Para el vestuario y, también, para la unión con el entorno. La historia reciente se acrecienta tras partidos como el de Burgos, duelos que centran la mirada en la plantilla pero, de reojo, en el cuerpo técnico y en Pacheta.