El Real Valladolid perdió (3-0) en Burgos y el análisis tiene dos vertientes para atender al problema y, ante todo, para solucionarlo. Viendo el resultado se puede criticar el sistema, los cambios y la propuesta de Pacheta pero el orden, realmente, debe ser el contrario. Desde la preparación del partido, todo sale cruzado al Real Valladolid y es desde ese punto de partida desde el que creo que se debe analizar el duelo de la cuarta jornada. No se debe hacer así por un examen mejor pero sí para un análisis que ofrezca respuestas de cara al futuro.
Obviamente, y como demuestra el magnífico hilo futbolístico del partido que firma @chenchoal, el Real Valladolid cayó en el Estadio de El Plantió por un problema de juego, de propuesta, de ideas y de fútbol. Sin poder añadir nada nuevo a ese magnífico análisis en Twiter, sí que hay que entender que el orden de los factores de la derrota en el derbi regional son capitales. El examen y, sobre todo, la lectura del partido es otro si se ordenan de forma diferente el resultado y las formas.
El primer análisis del duelo es el que lleva a comprender que desde el pitido inicial el Pucela fue inferior al rival. El primer gol no cambia nada. Los locales fueron mejores porque la propuesta visitante no fue buena. La incursión de Rubén Alcaraz como defensa central generó carencias del Real Valladolid en la construcción del juego y, también, en las transiciones. Apostar por el ’14’ en el eje de la defensa fue un error mayúsculo que generó un efecto dominó que terminó en la derrota pero que mucho antes señala las formas en las que se generó este partido.
Antes del marcador, está la errónea idea. Alcaraz no hace un mal partido por los tres goles del Burgos CF en seis minutos. Esa apuesta por el ’14’ es, entre otros aspectos, lo que genera que el partido salga torcido desde antes del primer gol, tal y como quiso justificar Nacho Martínez este lunes. El Real Valladolid ya estaba mal antes de ese primer gol. No conectaba con el frente ofensivo, tenía inferioridades y sensaciones de inseguridad y debilidad en los carriles y se le vio espeso en los segundos posteriores al robo o la pérdida. Desde los individualidades, la ejecución global del Pucela fue mala.
Desorganizado
Pacheta no estuvo acertado en cómo decidió que entrara Rubén Alcaraz en el equipo. De la misma forma, no supo rodear bien a Cristo González ni ordenar como debería el centro del campo. Estas son ideas previas al partido y que no se deben entender como ventajistas. Apostar por Alcaraz como central es un error. Dotar a Cristo González de credenciales similares a las de Shon Weissman, también. Creer que Roque Mesa va a dotar de equilibrio al equipo en campo propio y que es un jugador más de construcción de que de llegada es otro error importante.
Pese a que entiendo que Pacheta y su cuerpo técnico ya deben conocer el potencial y las condiciones de sus jugadores, en Burgos patinaron. Lo hicieron con fuerza y antes del pitido inicial. Esos errores en la previa llevaron al mal encuentro del equipo y, posteriormente, al resultado. Éste es el que multiplica la sensación de ridículo y humillación pero, realmente, el marcador es sólo un reflejo de lo mal organizado y preparado que llegó el Real valladolid a esta cuarta jornada de LaLiga SmartBank