Uno de los conceptos que más repetía Sergio González en sus ruedas de prensa como entrenador del Real Valladolid era preparar y afrontar los duelos desde la «mejor versión del rival». Él ideaba todo desde las mejores condiciones y posibilidades del rival. Desde esa teoría, a mí me gusta analizar el potencial de un jugador desde su mejor rendimiento. ¿Cuál fue la mejor versión de Jawad El Yamiq? ¿En el Real Zaragoza? Pido, analizo y exijo esa versión. ¿En qué temporada ofreció su mejor rendimiento Roque Mesa? ¿En la 2015/2016? Demando esa. No es una cuestión sólo subjetiva. ¿Cuál creo que es el mayor potencial de Toni Villa? Ese exijo.
Desde mi visión analizo y pido la realidad del Real Valladolid y ésta, como el año pasado, es buena. Los pucelanos tienen una buena plantilla. La exigencia debe ser máxima y ésta debe existir para obtener los mejores registros de todos y cada uno de los jugadores. Pacheta ha asegurado en varias ocasiones que cada jugador «sabe qué rol tiene». Desde esa delimitación, el Pucela puede y debe buscar el máximo de un equipo con variantes, potencial y muchas posibilidades.
Los pucelanos poseen un equipo con una base bien estructurada y un grupo que ha recuperado credibilidad, confianza y seguridad. Después de ganar cinco partidos de 38 posibles, cambiar la mentalidad del vestuario no es sencillo. Éste es el mayor trabajo que debe hacer el actual cuerpo técnico y es por el que trabaja el burgalés y sus ayudantes. Pacheta debe hacer creer a su equipo y, poco a poco, lo va consiguiendo. Desde los resultados y el proceso que llevan a estos resultados, el Real Valladolid va cerrando el capítulo de la temporada pasada.
Buscando la competitividad
Esas heridas del pasado ya están cicatrizando y Pacheta ya se puede centrar en no mirar atrás y sí al presente y al futuro. Con ello, y sabiendo que la base y la estructura es la de un grupo que suma un descenso que se pudo y se debió remediar, el Real Valladolid posee una gran plantilla. No es cuestión sólo de compararla a LaLiga SmartBank sino sobre las posibilidades que se ven y entienden sobre el grupo. Pacheta siempre ha hablado de que su petición era tener competitividad y tener doblados los puestos. Todos jugadores tienen un sustituto y un rival. Así se buscará el máximo nivel de cada uno de los jugadores.
Sabiendo cuáles son los contextos y cómo se deben buscar, el nuevo Real Valladolid tiene ingredientes del pasado pero posee una receta muy diferente. Nada va a ser tratado como en la campaña 2020/2021. Nadie va a mirar al resultado por encima del proceso. La actualidad pide al equipo y al Club aprender del pasado y saber que lo que el vestuario del primer equipo necesita es una exigencia máxima. Ésta es, sin duda, la única opción de conocer el potencial real del equipo.
Buscando rendimientos
Braulio Vázquez, actual director deportivo del Club Atlético Osasuna y ex del Real Valladolid, aseguraba que en el fútbol profesional no existen «buenos o malos» futbolistas sino que todo hay que enfocarlo sobre buenos o malos «rendimientos». Esa frase es un mensaje directo y de exigencia al entrenador. Él está obligado a sacar el máximo de sus jugadores y a trabajar y potenciar el máximo rendimiento de un potencial que el Real Valladolid tiene y que debe ser expuesto y no escondido. Las virtudes del Real Valladolid deben ser trabajadas, mimadas y exigidas pero jamás escondidas.
El responsable de todo ello es el entrenador, el mismo que asegura tener «un equipo muy potente» y estar «muy contento» con él. Esas palabras de Pacheta en la previa al duelo ante el Burgos CF es uno de los primeros pasos para llevar al vestuario a su mejor versión. Desde la individualidad, el Real Valladolid debe buscar sus techos más altos desde el convencimiento de que tiene todo para exigirse el máximo.