Todos los jugadores que están en la plantilla del Real Valladolid están sujetos a ser analizados, examinados y valorados. Tras un descenso siempre se hace pero, más aún, después de cambiar de entrenador y, ante todo, de dirección deportiva. Ningún jugador tiene seguro su puesto en el vestuario para la nueva temporada. Ni tan siquiera aquéllos de enorme nivel y calidad. Lucas Olaza, por ejemplo, está en el mercado y el Club se puede aprovechar de esa situación. Todos querrían contar con el uruguayo pero su salida abriría ciertas puertas muy interesantes para el Pucela.
Éste es un tema importante pero, a su vez, un perfil de análisis muy diferente al que se está realizado de forma principal. Actualmente, el examen pasa por entender si los jugadores están capacitados para sumar en la nueva exigencia y andadura del equipo. No se trata sólo de calidad o rendimiento sino, también, de posibilidades, mentalidad y carisma. En esta fase están jugadores como Toni Villa, Óscar Plano, Rubén Alcaraz, Joaquín Fernández o Pablo Hervías, siendo el ’11’ uno de los que más dudas y dilemas genera.
¿Qué debe hacer el Real Valladolid con él? Ésta es la gran pregunta que genera el extremo riojano y que, ahora mismo, tiene difícil respuesta. Sabiendo que lo suyo en el lateral derecho fue un parche y una cuestión temporal, el jugador empezará la nueva temporada como extremo derecho y, ahí, debe decidir José Rojo, Pacheta, qué quiere hacer con él. Hervías es un jugador que tiene un juego muy concreto y muy definido. Lo suyo es la verticalidad, encarar, buscar la jugada individual y potenciar la referencia de un ‘9’ rematador en el área. Él vive del centro.
Sabiendo que esas son sus cualidades y que las explota y las busca independientemente del momento de forma en el que éste, Hervías está más en una situación de explicar cómo está y qué puede ofrecer lejos del ámbito futbolístico. La realidad sobre Hervías es que sigue viviendo de lo conseguido en la temporada 2017/2018. Su primer año en Zorrilla y su final de temporada con la disputa del play off es la etiqueta que aún sigue manteniendo un jugador que ha vivido dos temporadas muy lejos de sus expectativas.
¿Mente limpia?
Olvidando al 100% su regreso y los primeros meses tras volver a Zorrilla por la lesión de rodilla y contextualizando la campaña 2019/2020 por la larga recuperación que tuvo que vivir, la realidad es que Pablo Hervías ha sumado muy poco. Ha sufrido, como muchos otro activos, una nefasta gestión que ha hecho que se dude de sus posibilidades, de su potencial y de su calidad. Sabiendo que ésta existe, la realidad también dice que su nivel en las dos últimas temporadas, por muy contextualizada que éste una de ellas, es bajo.
Sus contextos son concretos pero, con todo y con ello, en los últimos meses no ha conseguido ser diferencial. Así, y señalado por unas cualidades que le pueden valer de mucho al equipo en una categoría como LaLiga SmartBank, el dilema que genera Hervías no es de fútbol y sí de saber cómo de limpia tiene la mente y cuánto daño le han podido hacer las últimas temporadas, aquéllas en las que nunca llegó al nivel que se esperaba. Ni en calidad ni en cantidad.
El ejemplo es que su mejor aportación para el equipo en esos dos años ha sido en un parche que, aunque le cueste reconocer, sabía que era temporal. Los tiempos y lo conseguido le debilitan y le hacen tener una imagen dudosa de cuánto puede sumar y desde qué punto ya que lo vivido en los últimos años, colectiva pero, sobre todo, individualmente, le han hecho mella. Seguro.