Un descenso siempre marca. Firmar una pérdida de categoría tan dura como la que vivió el Real Valladolid el pasado mes de mayo se lleva por delante a muchos jugadores y activos. La situación en la que están Rubén Alcaraz, Joaquín Fernández, Sergi Guardiola, Jordi Masipo o Nacho Martínez era impensable hace un año. La temporada 2020/2021 ha abocado a que varios de estos jugadores y de la plantilla deban salir del Estadio José Zorrilla. En cambio, hay otros que se ven empujados a salir por el descenso aunque su salida se debía haber producido hace varios mercados.
El principal ejemplo de que la etapa estaba muy estirada y no daba más de sí es el de Waldo Rubio. El atacante pacense fue aire fresco para el Real Valladolid en la temporada 2018/2019. Parecía inimaginable que un jugador del Promesas que no podía alternar primer y segundo equipo por edad pudiera liberar al equipo, pero Waldo lo consiguió. En una etapa de enormes problemas ofensivos y de transición en el equipo, la velocidad del jugador liberó mucho al Real Valladolid.
Fue una bocanada de aire fresco que se ganó, merecidamente, la continuidad. Así, la temporada 2019/2020 la comenzaba en el primer equipo y con cierto peso. Participado en las primeras cinco jornadas, Waldo era importante en un inicio pero sólo en esa parte inicial. Avanzada la temporada quedó relegado en una posición de la que nunca salió. Limitado en sus contextos de juego y en sus opciones para sumar, el pacense ha sido un jugador que debió salir hace tres ventanas de fichajes.
Una inercia perdida
Desde enero de 2020, la etapa de Waldo Rubio había terminado. No sumaba, no era determinante, no tenía confianza y no entraba en los planes de Sergio. Pese a ello, y anclados en demasía en el pasado, tanto jugado como Club y entrenador apostaron por dos oportunidades que se convirtieron en pérdidas de tiempo y opciones para relanzar del jugador.
Tras su salto al primer equipo, Waldo explotó. Mostró mucho de lo que necesitaba el equipo en ese momento. Más tarde, se ancló en contextos muy determinados y, poco, a poco, fue perdiendo fuerza para ya nunca más recuperarla. Desaprovechando las opciones de salida, el jugador se ve ahora en una situación en la que ha perdido mucha de aquella inercia de 2019 que debe recuperar llegando a Bélgica cuando antes no debería ni haber salido de España.