Javi Baraja, tal y como adelantó ElDesmarque Valladolid, no va a seguir en el Estadio José Zorrilla. El entrenador blanquivioleta dice adiós al Real Valladolid y al filial blanquivioleta. El Club habla de un «hasta luego» pero, ciertamente, lo único que queda claro es que el Pucela pierde a un activo importante y a un perfil de entrenador que la entidad necesitaba. Llegado al punto en el que estaba, el exjugador era uno de los pilares básicos de crecimiento de la entidad pero, como viene siendo habitual en Zorrilla en las últimas décadas, el perfil del vallisoletano se pierde.
Una entidad bien sustentada, equilibrada y con vistas a medio y largo plazo trabaja con entrenadores como Javi Baraja y les hace sentirse importantes y respetados. Desconozco si estos detalles han sido los que han propiciado la salida del excentrocampista pucelano pero sí que entiendo que han sido, como poco, influyentes en su decisión. En un momento en el que en el fútbol se define por el ego de todo aquel que participa en él, Baraja también puede haberse sentido llamado por tentaciones del exterior pero, ahí, el Real Valladolid debía haber sido más inteligente y dominador de la situación y de los tiempos.
Tras dos buenas temporadas a nivel personal y después del descenso del primer equipo, Javi Baraja tenía derecho a pensar que su sitio debía ser el primer equipo. Podría ser una sensación comprensible y, también, analizable. Personalmente, considero que no era su momento porque el vallisoletano tenía mucho que ofrecer al Real Valladolid desde roles lejanos a la élite.
Él, como sus ya exjugadores, está en una etapa de formación y desde esa fase podría haber evolucionado y madurado, ayudando, a la vez, a hacer crecer al Club en la creación de potencial. No por falta de resultados y trabajo ni, tampoco, por ausencia de un cuerpo técnico competente, Baraja estaba para seguir ayudando al Club a formar jugadores y a liderar, a su vez, un proyecto del filial que cada vez es más importante en Zorrilla y que está más asentado en sus objetivos.
Rol y cualidades
Javi Baraja sabía cuáles eran sus fases en el Club y aunque haya sentido cierto ego para un salto mayor y una muestra más alta de ambición, el Club no ha estado rápido y no ha sabido gestionar bien la necesidad que la propia entidad tiene de poseer un entrenador con el rol que podría ofrecer Javi Baraja. El vallisoletano debía ser el preparador de club que el Real Valladolid no tiene desde hace décadas y, posiblemente, desde la marcha de Javi Torres Gómez o, incluso, desde la de Pepe Moré.
Baraja cumplía a la perfección con los rasgos y las fases para ser el líder de ese rol que tanto necesita un club asentado, bien estructurado y ambicioso que quiere ser el Real Valladolid. Queriendo estar preparado ante todas las circunstancias, el perfil de Baraja era el idóneo para cualquier dificultad de banquillos que surgiera en Zorrilla pero, quizás, nadie ha sabido hacerle ver la importancia que tenía él y ese rol en Zorrilla.
Así, el Pucela pierde un activo importante, mucho más de lo que parece, para formar y asentar un proyecto en el que no todo estaba mal hecho pese al descenso a LaLiga SmartBank. Este matiz es importante para entender qué debe y qué no debe hacer el Club. No todo es el primer equipo y no todo se debe entender por un descenso. El Club es mucho más y el Club debía tener a Javi Baraja en su estructura. Dónde fuera y cómo fuera.